La mayoría de las recomendaciones de las guías clínicas actuales de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de EEUU (IDSA), incluidas aquellas clasificadas como recomendaciones de “nivel A” -no se basan en evidencia de investigaciones de la más alta calidad, según concluyó un reciente estudio publicado hace pocos días.
El 10 de enero de este año en los Archivos de Medicina Interna los autores Heun Lee Dong y Vielemeyer Ole, de la Universidad de Medicina Drexel de Filadelfia, analizaron la calidad de la evidencia de la investigación que sustenta cada una de las 41 guías clínicas que la IDSA publicó entre 1994 y 2010. Ellos clasificaron un total de 4.218 recomendaciones según la fuerza de la recomendación (desde el nivel A al C, es decir, de buena a pobres evidencia que sustentan la recomendación) y también según la calidad de los estudios que las respaldaban (desde el nivel I, con estudios aleatorizados y controlados, al nivel III, basados solamente en la opinión de expertos).
Las guías clínicas que no seguían este sistema de clasificación fueron excluidas del estudio. Para hacerse una idea de la evolución de las recomendaciones de la IDSA, los investigadores compararon cinco guías recientemente publicadas con sus versiones anteriores.
En base a la calidad de sus pruebas, solo un 14% de las recomendaciones pudo clasificarse como de nivel I, un 31% como de nivel II, y el 55% como de nivel III. Según la fuerza de la recomendación el 43 % era de nivel A, otro 43% eran de nivel B y el 14% fueron C. Sólo el 23% de las recomendaciones de nivel A tenían evidencia de clase I mientras el 37% tenían evidencia de clase III.
El análisis de la evolución de las guías se descubrió un aumento sustancial en el númerode recomendaciones incluidos en cada nueva guía. Sin embargo, la mayoría de estas nuevas recomendaciones se basaron en evidencia de nivel II o III , más que en nuevos datos encontrados en nuevos estudios aleatorizados y controlados.
Las guías de práctica clínica juegan un papel cada vez más importante en la difusión de la médica basada en la evidencia a la práctica clínica. Varios informes recientes se han centrado en la crítica de estas guías, que incluyen no sólo recomendaciones individuales, sino conjuntos completos de las guías evaluadas por varias especialidades de la medicina.
Este Nuevo estudio muestra que más del 50% de las actuales directrices se ISDA no se basan en evidencias de nivel I, es decir, los datos de estudios aleatorizados y controlados. Incluso cuando la fuerza de la recomendación se clasifica en un nivel A, menos de una cuarta parte de las recomendaciones se basan en un nivel I de evidencia.
Los investigadores concluyen: “hasta que más dispongamos de más datos provenientes de investigaciones aleatorizadas y controladas o estudios clínicos bien diseñados, los médicos y las autoridades políticas deben usar con prudencia las guías clínicas y no considerarlas la única fuente para orientar la toma de decisiones en la atención de pacientes”.