Nuevo armamento de pacos y tiras es más propio de un ejército en guerra que de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, y busca antes matar que disuadir
Isidoro Assael Vilensky, ingeniero comercial PUC
(20/08/05)
RESULTA INCREÍBLEMENTE GENUFLEXA y pueril la forma en que los chilenos copian absolutamente en todo a los norteamericanos, ya que ningún ámbito del quehacer nacional escapa a esta moda de gratuita exégesis.
Esta reflexión surgió en mi mente a raíz de unas imágenes televisivas en las que durante un operativo de incautación de drogas, absolutamente incruento, se mostraba a unos detectives vestidos a la “última moda” en equipamiento táctico al estilo de los SWAT’s gringos, algo así como “la novedad del año”. De paso, tal visión me recordó la marcada imagen de militarización que siempre ha caracterizado a carabineros, en contraste con la sobria, elegante, mesurada, y hasta casi inadvertida, como si se tratase de funcionarios de correos o algo parecido, que siempre ha exhibido ante el mundo, como muestra de austeridad, sentido común y criterio.
El uniforme de la policía inglesa, cuyos efectivos de antaño eran motejados coloquialmente, como ‘Bobbys’ (aunque, no por ello, el caso del brasileño asesinado hace poco, deja de ser un salvaje crimen), destaca como un ejemplo de discreta elegancia. Otro tanto sucede con el atuendo de la policía montada de Canadá, carente del más mínimo atisbo de llegar a representar, para ninguna persona decente, la posibilidad de sentirse intimidado ante una potencial amenaza o ante la posibilidad de una represión inmediata, a diferencia de lo que nos sucede a los chilenos.
No, aquí en Chile todo es y se hace a lo ‘yankee’, incluso a lo ‘cowboy’, ya que en unas motocicletas todo terreno se desplazan como tales, unos carabineros dotados de chalecos antibala, pistolas ‘Jericho’ o similares, y más de alguno con metralletas ‘UZI’, junto a varios cargadores para servir a ambas armas, calzados con botas militares y enfundados en unos trajes y parcas térmicas verde oliva, tan mullidas y acolchadas que en esta época de invierno, a cualquier ciudadano de clase media o baja, dan sana envidia (me incluyo).
Esta percepción amenazadora se incrementa sustantivamente en el caso de los efectivos del GOPE, los que ya emplean mini-UZI’s, rifles de asalto ‘Styer’ AUG/ Bull-Pup, escopetas semiautomáticas que cargan ocho cartuchos calibre 12 y fusiles de ‘francotirador’ -‘snipers’, le dicen los gringos a tales efectivos- posiblemente ‘Mauser’ o ‘Whalter’, dotados de bípode, de miras telescópicas, de miras holográficas, de miras optrónicas, tales como intensificadores de visión, puntería por infrarrojos, puntería por láser, alguna de las cuales cuentan con telémetro, bombas de ruido ‘flash-bang’ y otras diversas minucias.
ARSENAL DE GRUESO CALIBBRE
Como Investigaciones no podía ser menos, acaba de estrenar -debe haber un suculento contrato por suministros con la DEA- el típico traje táctico de los SWAT’s norteamericanos. Léase, chalecos antibala y vestimenta táctica de pies a cabeza en color negro, cascos negros de Kevlar, modelo ‘fritz’ con barboquejo, botas militares también en negro, lentes envolventes de combate (en cierto modo, similares a los de Sky), guantes y pasamontañas ignífugos y posiblemente metralletas ‘SIG’, modelo 551 o ‘H & K’, modelo MP-5, y quien sabe si pistolas ‘Whalter’ P-99 o ‘Glock’ 17, etc. (Nota: por mera coincidencia todas las armas más arriba nombradas son fabricadas bajo licencia en EEUU), más el logotipo de ‘policía’ en la espalda (el que, y como broche de oro, debería haber rezado ‘Police’).
Las armas que he nombrado transitan entre los calibres 9 Parabellum, 40 S & W, 45 ACP, 5,56 x 45 OTAN, 338 Lapua Mágnum y 7,62 x 51 OTAN, todos ellos concebidos para la guerra. Como dato ilustrativo, cabe consignar que el SWAT del ‘LAPD’ (para yo también estar a tono) además emplea fusiles de alto poder en calibre 50 Browning (por ejemplo: el ‘Mac-Millan’ M-82) los que disparan un proyectil de 12,7 x 99 mm (sólo aludo a las medidas en mm. de la vaina) capaces de destrozar la médula espinal de un ser humano (con la óptica adecuada) hasta una distancia que bordea los 2,4 kilómetros, más ametralladoras alimentadas por cintas modelo ‘M-60’ del 7,62 x 51 OTAN, ametralladoras -también alimentadas por cintas- ‘Browning-MINIMI’ del calibre 5,56 x 45 OTAN, y hasta blindados -con oruga- artillados.
Este arsenal de armas de batalla (excepto el blindado que es un modelo compacto tipo ‘city car ) es más propia de un ejército en guerra que de la lucha cotidiana contra la delincuencia y el narcotráfico, y -según sus mentores- tendría por objetivo tan sólo el disuadir más que el mero matar.
Todas estas vituallas bélicas resultan peligrosamente atractivas y contagiosas -cual verdaderos juguetes- para los altos mandos policiales de países tan pobres como el nuestro, por lo que no sería de extrañar el que se prosiguiera con la adquisición de armas más letales, como las arriba reseñadas, hasta enterar ‘el mismo arsenal del SWAT del LAPD ‘, igualito al de ellos ’ (¡cómo progresa este país…!)
Ruego a los lectores no tener al suscrito por alguien que pretenda alardear o presumir de absolutamente nada, al incluir en la presente columna, el detalle -y sólo en sus aspectos más generales- de las armas y en especial el de los calibres mencionados, por cuanto aquello no tiene otro objetivo que el de darles a conocer el que todas y cada una de estas municiones son altamente perforantes: las de menor alcance efectivo tienen un mínimo de 200 metros y las de mayor llegan a superar los 1.800 metros, todas ellas, además, provocan la muerte por tiro indirecto (por rebotes, exceptuadas las escopetas) y disparan en semi-automático o en ráfagas (con cadencias de tiro por sobre los 600 disparos por minuto, algunas de ellas con una velocidad que superan los 1.000 metros x segundo o 3.600 km x hora ).
Por tanto, su aplicación en la práctica, léase durante un asalto a un banco o a un supermercado colmado de público, ha resultado ser siempre desastroso -yo diría criminal-, porque muchos inocentes mueren o resultan gravemente heridos en EEUU por recibir un impacto directo por rebotes, porque son alcanzados letalmente a gran distancia del tiroteo mismo por balas perdidas -dado su enorme alcance-, porque mueren tras puertas, tabiques y panderetas, merced a su elevado poder de penetración o porque las ráfagas siempre son muy imprecisas, ya que están diseñadas para matar a granel, no de manera selectiva.