[h4]Descompresión explosiva[/h4]
[h5]Te deja sin aliento[/h5]
La muerte por exposición al vacío del espacio es uno de los aspectos recurrentes de la ciencia ficción, ya sea porque el desafortunado resulte lanzado por un conducto al exterior o porque su traje se rompa.
En la vida real, solo ha habido un accidente fatal por despresurización en el espacio. Sucedió en la misión rusa Soyuz-11 en 1971, cuando un sello se rompió durante la reentrada en la atmósfera terrestre; cuando la nave llegó a tierra, se descubrió que los tres tripulantes habían muerto por asfixia.
La mayor parte de nuestro conocimiento sobre la despresurización surge de experimentos con animales y de las experiencias de pilotos accidentados a grandes altitudes. Cuando la presión externa del aire cae súbitamente, el aire de los pulmones se expande, rasgando los frágiles tejidos responsables del intercambio gaseoso. Esto es especialmente dañino si la víctima se niega a exhalar antes de la descompresión o intenta retener la respiración. El oxígeno comienza a escaparse de la sangre y pulmones.
Los experimentos realizados con perros en la década de 1950 mostraron que de 30 a 40 segundos después de la caída en la presión, los cuerpos se empiezan a hinchar a medida que el agua presente en los tejidos se evapora, aunque la firmeza “estanca” de la piel impide que el cuerpo explote. Inicialmente el ritmo del corazón se eleva, luego cae en picado. Aparecen burbujas de vapor de agua en la sangre que viajan a través del sistema circulatorio, obstruyendo el flujo sanguíneo. Tras un minuto aproximadamente, la sangre deja de circular.
Entre los humanos supervivientes a una descompresión rápida accidental se incluyen los pilotos cuyos aviones pierden presión, o en un caso, a un técnico de la NASA que despresurizó accidentalmente su traje de vuelo dentro de una cámara de vacío. A menudo informan sentir un dolor inicial, una especie de golpe en el pecho, y pueden sentir como el aire escapa de los pulmones, y la imposibilidad de inhalar. El tiempo transcurrido hasta la pérdida de consciencia era generalmente inferior a los 15 segundos.
Un experimento realizado a mediados de la década de 1960 por el Laboratorio de Investigación Aeromédica del Ejército de los EE.UU. en Nuevo México descubrió que el chimpancé tiene un período de consciencia total de solo 11 segundos antes de que la falta de oxígeno le provocase la muerte.
Sorprendentemente a la vista de estos efectos tan traumáticos, los animales que fueron represurizados en los 90 segundos siguientes, sobrevivieron generalmente sin daños.
Traducido parcialmente de Death special: How does it feel to die?
(fuente: www.maikelnai.es)