Educacion ¿ un problema?

Gonzalo Vial Correa

Han bastado dos meses seguidos de alto crecimiento económico para que algunos economistas empiecen a preguntarse si verdaderamente el desarrollo del país necesita de la educación, y si la nuestra es tan mala como parece.

“Educación: ¿un problema?”, se pregunta dubitativamente, ayer, la Semana Económica de El Mercurio.

Advierte que la “histórica expansión” que vivimos el período 1976/1981, luego en el lapso 1986/1998, y ahora el “año actual, que podría extenderse a los venideros”, “no se ha visto limitada por restricciones en el capital humano o algo ligado a la calidad de la educación”.

Si olvidamos la referencia al “año actual” y su hipotética continuación durante los venideros profecía optimista, que nadie puede justificar razonablemente si sólo invoca para ello dos meses buenos después de seis años mediocres, nos quedan las “históricas expansiones” del 76/81 y el 86/98. ¿Como prueba de qué? Pues no se dice, pero se insinúa, como prueba de que el crecimiento es suficiente para el desarrollo, siendo innecesario mejorar la educación.

Es la vieja música del “chorreo”. No es indispensable educar, basta que el país crezca y todos seremos felices, aunque los más sean ignorantes.

(Por supuesto, quienes no necesitan educación son únicamente los pobres. Para nuestros hijos los hijos de los privilegiados, los mejores y más caros colegios, los pasantes particulares, los preuniversitarios, todos los libros y computadores y bandas anchas que necesiten, etc. Para los hijos de los pobres, mala educación y chorreo).

Esta tesis exige olvidar algunos detalles:

A. Que la “histórica expansión” del 76/81 terminó con una igualmente histórica caída del PGB en l982, de 14%, y con una pobreza extrema del orden del 45%… un espanto también histórico, nunca visto, que perduró hasta 1987.

B. Que la segunda “histórica expansión”, la del 86/98, efectivamente DOBLO EL TAMAÑO ECONOMICO DEL PAIS… donde en 1986 había UN CHILE MATERIAL, en 1998 hubo DOS.

Fue una vergüenza también histórica que con este crecimiento la pobreza extrema sólo volviera a su volumen “normal” de todo el último tercio del siglo pasado, el 20%… el mismo, desde el “mapa” de Molina y Kast sobre cifras de 1970, hasta la encuesta CASEN del 2000. Sólo el 2003 se ha registrado un pequeño, pero encomiable y esperemos que duradero descenso de la extrema pobreza, al 18%. Y esto, no en un período de “expansión y chorreo”, sino en un trienio recesivo.

C. Que la diferencia de ingreso entre los más ricos y los más pobres, en Chile, es una de las más altas de América Latina.

¿Por qué? No porque haya ricos “malos” que se quedan con la plata de los pobres, sino porque éstos carecen de la educación mínima para incorporarse al progreso y el crecimiento.

D. Que somos un país de población pequeña y estancada, gracias al control de la natalidad, gentileza de nuestras políticas de salud desde 1965 (el régimen militar excluido, pero no totalmente).

Sumamos quince millones de chilenos y para mediados del siglo, según los entendidos, seremos veinte… vale decir, para efectos de la economía, los mismos.

No tenemos ni tendremos mercado interno que nos permita desarrollarnos. El camino económico de Chile todos de acuerdo está afuera, en la exportación. Y para que el mundo se nos abra, tenemos que abrirnos nosotros a él, y lo hacemos. Los aranceles chilenos se acercan a cero. Hemos salido a la “aldea global” a competir mano a mano con los europeos, los yankis, los japoneses, los sudasiáticos. Todos dotados de “supereducaciones”. ¿Y la educación chilena? Prueba Internacional TIMSS de matemáticas y ciencias naturales, año 2000: Chile, país N.o 35 de los 38 analizados.

La Semana Económica prescinde displicentemente de estas y otras mediciones, llamándolas “aplicación mecánica de coeficientes técnicos en las comparaciones internacionales, (que) puede confundir y llevar a políticas simplistas”. Es lo que se llama silbar en la oscuridad. Si una, y no sólo una, sino diez estadísticas educacionales chilenas y extranjeras nos dan en la cabeza, pues… prescindir de ellas, y ya está. ¡Qué sencillo! Es el antiguo cuento del portugués caído en el pozo, que prometía perdonar la vida a quien lo sacara de él.

En El Mercurio de hoy, un artículo del economista Felipe Larraín se refiere al respetado Ranking de Competitividad Global, versión 2004 , del Foro Económico Mundial. La posición chilena es muy buena, aunque peor que los años anteriores, y una de sus dos principales debilidades resulta ser… la baja calidad de la educación.

Recuerda Larraín otro informe reciente, el de la OECDE, según el cual menos del 5% de la fuerza laboral chilena entiende en forma adecuada lo que lee, mientras en Nueva Zelandia el mismo porcentaje alcanza el 50%.

Bah… es sólo la “aplicación mecánica” de “comparaciones internacionales”, que puede “confundir y llevar a políticas simplistas”.

Sorprende, por último, el desconocimiento de la realidad educacional del país que muestra esta Semana Económica. En efecto:

*Dice que “en la educación básica se observa una notable cobertura Y NO SE ESCUCHAN CRITICAS MAYORES”.

La verdad estricta es que todos los indicadores, empezando por el oficial, el SIMCE, y cualquier análisis de mediana profundidad, dicen exactamente lo contrario: que la calidad de la educación básica en el sistema gratuito el 90% del total es mínima, inaceptable, insultante, y que por ende la cobertura “notable” no sirve para nada.

*Admite que los rendimientos de la enseñanza media son “malos”. En efecto, son muy malos. Y con la básica, que la precede… ¿cómo podrían ser mejores?

*Pero añade que los beneficios de la “expansión” de la educación superior “son bastante menos discutidos”, y que ella genera “profesionales de niveles variados, como corresponde según las necesidades del mercado y la producción, pero pocos discuten la excelencia de los más destacados, así como la de los centros universitarios de mayor nivel”.

El conjunto de estas afirmaciones indica una elevadísima confusión.

No se pregunta la Semana Económica cómo podría haber una media aceptable con una básica mala como antecedente. Ni cómo, si la mala educación media “repercute en la capacidad de los que ingresan a la… superior”, la última podría tener los buenos niveles que el articulista indica.

La solución a este misterio, que la Semana Económica plantea sin darse cuenta, es sencilla.

Las universidades privadas representan entre la mitad y los dos tercios de la oferta total de plazas en la educación superior.

Quienes acceden a ellas son ricos (ricos en un nivel chileno, claro está), porque son pagadas, y caras, Y SUS ALUMNOS NO TIENEN ACCESO AL CREDITO UNIVERSITARIO.

Entre el tercio y la mitad restante de las plazas de la enseñanza superior lo ofrecen las universidades “tradicionales” (del Consejo de Rectores). De aranceles parecidos a los que cobran los planteles privados, los aventajan en cuanto sus educandos sí acceden al crédito universitario.

Y sin embargo…

…sin embargo, TAMPOCO predominan en sus aulas los alumnos de extracción modesta; TAMBIEN son alumnos “ricos”, provenientes de colegios pagos, los de más fácil acceso a esas aulas, cuando menos si se trata de los planteles de mayor prestigio y de las carreras más codiciadas y rentables.

¿Por qué? Porque ESOS ALUMNOS VIENEN DE LA ENSEÑANZA MEDIA MEJOR PREPARADOS.

Y así, el año 2001, el 75% de los “puntajes nacionales”, y el año 2000, el 50% de los alumnos de primer año de la Universidad de Chile, provenían de los colegios particulares pagados… que representan el 10% de la educación total (El Mercurio, 16 de enero de 2001).

De este modo se explica el aparente misterio que nos plantea la Semana Económica: educación media de mala calidad, educación superior de buena o, por lo menos, mejor calidad.

Lo que pasa es que los alumnos de la segunda no vienen de la primera, sino de los colegios de enseñanza media para gente acomodada. Y son estos alumnos los que aprovechan, por una parte, las universidades privadas, en su casi totalidad, y por la otra, predominantemente, las universidades tradicionales. Universidades éstas a las cuales el Estado proporciona cada año, sin costo ni devolución ni evaluación, entre aportes directos y crédito universitario, doscientos cincuenta millones de dólares.

El filete para el 10% acomodado de los jóvenes chilenos; la grasa y las sobras para el 90% restante.

¿De quién es la culpa? No, por supuesto, de quienes tienen los recursos necesarios para acceder a una mejor educación, en todos los niveles. La culpa verdadera es de la calidad inaceptable que reviste la enseñanza gratuita, básica y media.

La Semana Económica parece creer que esta desigualdad de educación y sus consecuencias, extrema pobreza y desequilibrio del ingreso, se pueden mantener indefinidamente… si el país crece. Y que este crecimiento chorreará a los pobres, aunque sean ignorantes. Por desgracia, no es así ni ha sido así durante treinta años, comprendido el período de mayor crecimiento económico de nuestra Historia.

que largo, pero ¿cual es el planteamiento final?
que la educación pública es mala, lo es.
que la educación básica es mala y por consecuencia la educación media también, lo es.

que hay que hacer cambios, hay que hacerlos, pero falta organización y disposición de todas las partes

[QUOTE=Tuno_Negro]por favor resuman…no es muy comodo ni remomendable lees mucho del pc…done esta la capacidad de sintesis…[/QUOTE]

Cuando un tema expuesto es bueno, no se necesita resumir, si no te gusta leer es otro cuento, pero nos gusta explayarnos.

respecto a lo dicho por opinologo, es cierto, a aumentado el gasto en educación, pero las inversiones han sido malas.

Excelente artículo…
Dejando de lado por un momento los que quieren hacer “vista gorda” a la educación; por qué la educación no tiene índices de recuperación aunque haya habido inversión en ella? ¿por falta de algún tipo de fiscalización? ¿la falta de calidad de los profesionales de la educación? La sobrecarga de horario en los profesores? La sobrecarga de alumnos en una sala que sobrepasa los 45? estos y cuáles más?

Patricia

[QUOTE=pcabrera]Excelente artículo…
Dejando de lado por un momento los que quieren hacer “vista gorda” a la educación; por qué la educación no tiene índices de recuperación aunque haya habido inversión en ella? ¿por falta de algún tipo de fiscalización? ¿la falta de calidad de los profesionales de la educación? La sobrecarga de horario en los profesores? La sobrecarga de alumnos en una sala que sobrepasa los 45? estos y cuáles más?

Patricia[/QUOTE]

Por varias razones…

falta de fiscalización, sí, hay carencia, hasta hace poco no habia nada que midiera las capacidades de los profesores para enseñar o su ‘actualización’ acorde a los cambios que van surgiendo, ahora, con la Evaluación Docente esperemos que esto mejore un poco.

Falta de calidad, hay de todo, pero al no controlarse hay profesores que se duermen en los laureles.

Sobrecarga horario y número de alumnos por sala, sin duda, 45 a 50 alumnos por sala no es bueno para trabajar, muchos quedan “colgados” y la sobre carga horaria mantiene a profesores agotados, sin animos de trabajar y por ende, trabajando mal.