Dolor Crónico, de carácter Neuropático, Nociceptivo etc, motivo recurrente de primera consulta enfrentado a diario.
El dolor es una experiencia humana universal, única; no es igual en dos pacientes, aunque estén en el mismo contexto, y presenta una variabilidad significativa entre los distintos individuos. Siempre que una persona dice que siente dolor, éste existe y no hay que minimizarlo.
El dolor puede ser de distintos tipos: físico, emocional, espiritual o social, que confluyen en dolor total, por lo que este síntoma se debe evaluar desde un punto de vista integral. En ancianos que presentan dolor, es necesario creer en su dolencia y evaluar la intensidad, la forma de presentación, sobre todo en lo que se refiere a su comienzo, los factores relacionados (con qué aumenta, con qué disminuye) y la historia y repercusión del síntoma, tanto a nivel sicológico como funcional, sobre el paciente.
Es importante establecer una metodología diagnóstica apropiada y evaluar el tratamiento en kinesiterapia, así como la intensidad del dolor antes del tratamiento, mediante escalas analgésicas, y después del tratamiento, para evaluar la respuesta a éste.
Por último, se debe establecer una estrategia para la terapia, sea con fármacos, bloqueos o procedimientos neuroquirúrgicos, además de una asistencia y apoyo médico social continuos, para lo cual se debe organizar un equipo interdisciplinario de cuidados paliativos, que permita abordar el dolor desde distintos puntos de vista.
El umbral del dolor aumenta con el alivio de los síntomas, la mejoría del sueño, la compañía adecuada por parte del médico o de la familia, la disminución de la ansiedad, el uso de ansiolíticos y antidepresivos, y con una comunicación adecuada, para saber qué tipo de dolor es y qué consecuencias puede acarrear.
Los ancianos tienen muchas fuentes de dolor y el hecho de recibir muchos fármacos dificulta su tratamiento. Además, ellos tienen mayor tasa de efectos secundarios, especialmente con algunos AINES, por lo que suelen utilizarse más los opioides, que tienen un mayor efecto analgésico peak y mayor duración. Lo dicho se traduce en un alivio más prolongado de los síntomas; sin embargo, es necesario tener mucho cuidado al efectuar su indicación.
Se debe evaluar el dolor en forma continua, mediante la escala analgésica, para ir modificando el tratamiento según la intensidad y calidad del dolor, y según la tolerancia del paciente y su respuesta a las medidas practicadas, en cuanto a persistencia y eficacia; así se puede determinar la necesidad de utilizar dosis intermitentes a intervalos regulares, o una infusión continua, en algunos casos.
n la actualidad, el problema del dolor es muy importante, debido al aumento del número de adultos mayores, razón por la cual cada vez se incluye más este tema en los protocolos de tratamiento. De aquí se ha originado un aumento del consumo de fármacos, la formación de equipos multidisciplinarios y la institucionalización, en algunos casos, la que ocasiona un fuerte impacto en los costos sanitarios y sociales.
Por otra parte, los ancianos y sus familias poseen actualmente mayor información sobre diagnóstico, tratamiento, pronóstico y derechos, de modo que conocen y exigen el acceso a las alternativas terapéuticas para mejorar su calidad de vida. Así, el mayor consumo de recursos para el manejo del dolor y cuidados paliativos se ve en las personas mayores, por el crecimiento brusco que ha experimentado ese grupo.