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[I][SIZE=“2”]Una interesante columna escrita por fenando paulsen[/SIZE][/I]
Hubo una época en que los discursos sobre educación estaban llenos de épica, entusiasmo y voluntad. Por buenas razones. ¿Dónde más encontrar las bases de la esperanza de un futuro mejor si no era en la calidad educacional de nuestros hijos? El sociólogo estadounidense, Neil Postman, enfatizaba esta idea cuando señaló: “Nuestros hijos son los mensajes vivos que enviamos a una época que no podremos ver”. Chile eligió presidentes en el pasado inspirado en sus promesas de construir escuelas y entregar educación para todos. Sin embargo, los dos últimos mandatarios, de distinto signo político, no priorizaron en sus campañas cambios profundos al sistema educativo. Si el tema fue puesto en la agenda, una vez instalados en La Moneda, no fue por gusto propio, sino porque movilizaciones de secundarios -el 2006- y de todos los estamentos educativos, hoy, forzaron en las calles la instalación de la educación como un cambio estructural pendiente e impostergable.
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