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Polémica ha generado en Estados Unidos el uso en de microchips insertados en personas, cuyo uso va desde localizar empleados hasta averiguar su historial médico.
Varias asociaciones de derechos civiles alzaron la voz contra este método, argumentando su invasión en la intimidad en las personas, algo que para ellos pasa a llevar fuertemente sus derechos. Sus fabricantes se defienden diciendo que es sólo un adelanto más de la tecnología y de uso múltiple.
La empresa de videovigilancia Citywatcher fue la primera en utilizar chips para vigilar el acceso de sus empleados a las zonas restringidas de la compañía. Su presidente, Sean Darks, aseguró que él junto a dos voluntarios se ofrecieron en un principio para insertarse el dispositivo de silicona del tamaño de un grano de arroz, que cumple el rol de tarjeta de identificación.
“La implantación ha sido y será completamente voluntaria, así que no daña el área privada de nuestra vida. Para nosotros es un sistema muy eficaz”, se defiende Darks.
Según la organización Profesionales de la tecnología por la responsabilidad social, un grupo ubicado en Palo Alto (California), “la sola idea de llevar implantado algo en el cuerpo, que no se puede apagar supone una invasión total de la intimidad. Existen otras formas de identificación menos invasivas que también son adecuadas, por muy voluntario que esto sea”.
Para sus promotores, este sistema será una herramienta útil en varios sectores, como la medicina, donde el especialista podrá tener seguimientos más detallados sobre el estado de los pacientes. En otros lugares del mundo el chip ya está en uso, como en Barcelona, donde una discoteca inserta un diminuto transmisor en sus clientes VIP para pagar su entrada y consumo a través de una cuenta especial.
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Fuente: http://internetblog.emol.com/archives/2006/02/empresa_estadou.asp
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