Aquí tengo un texto que encontré por ahi:
Las preguntas de la filosofía
Alejandro Serrano Caldera
No pocas personas preguntan y se preguntan: ¿Por qué y Para qué existe la filosofía si no tiene utilidad práctica, ni contribuye a resolver los problemas concretos y acuciantes que el ser humano enfrenta día a día para vivir y sobrevivir?
Junto a estas preguntas correspondería, no obstante, preguntar y preguntarse: ¿Por qué la filosofía ha sobrevivido durante tres mil años a la acción corrosiva e implacable del tiempo y a los cataclismos de la historia?
Quizás la respuesta sea que la filosofía más que útil es necesaria porque su finalidad no se agota en las soluciones inmediatas, sino que busca la visión estratégica de las cosas y los acontecimientos, los rasgos generales de los hechos particulares, lo universal que vive y subyace en lo singular, lo permanente que sobrevive a los cambios y lo esencial que trasciende a lo accidental. De ahí su dificultad y su grandeza.
La filosofía es diálogo. Como dice Martín Heidegger en su Estudio sobre la poesía de Horderlin: “El ser del hombre se funda en el lenguaje, pero éste sólo acontece realmente en el diálogo (es decir, hablándonos y oyéndonos unos a otros)… somos un diálogo desde que el tiempo es”.
La filosofía es camino. “Filosofar, expresa Karl Jaspers, quiere decir ir de camino…” Es la búsqueda de la verdad que existe en todos los tiempos históricos; para ello debe develar, desocultar. Aletheia llamaban los griegos a ese gesto de la conciencia, la intuición y la razón, que significa quitar el velo que cubre.
Pero sobre todo, la filosofía es pregunta y vive en la pregunta por el ser y el existir, en la incógnita alojada en la raíz de la vida, y en la búsqueda de la sabiduría que es mucho más que conocimiento. Mientras haya pregunta habrá filosofía. Claro que la pregunta cambia con los cambios que se producen en la historia. Antes de Sócrates, los llamados filósofos presocráticos se interrogaban sobre la naturaleza y su pregunta era: ¿Qué es el mundo? En el siglo V antes de Jesucristo, Sócrates cambió la pregunta y ésta fue: ¿Qué es el ser? ¿Quién soy? Sé lo que eres, decía Píndaro, pero el problema es saber lo que somos y es ahí, desde Sócrates, donde la filosofía aparece como una necesidad de la vida.
La pregunta cambia, cuando cambia el centro de interés de las cosas en cada tiempo y circunstancia. De esa forma, la filosofía ha tratado de dar respuesta a las grandes preguntas de cada tiempo. A las matemáticas en Grecia a partir del siglo VI a.C.; a la política y al ser, en el siglo V; a la teología, en tanto estudio de las relaciones entre Dios y los seres humanos, en la Edad Media; a la tarea de fundamentar las ciencias naturales, entre el siglo XVI y el siglo XIX; y a la historia, mediante la búsqueda de una explicación racional de los acontecimientos humanos, a partir del siglo XVIII.
El siglo XVIII fue el gran siglo de la filosofía en la época moderna. París, como trató de verlo Hegel, fue el reverdecer de la Atenas del siglo V antes de Cristo. Junto a la revolución política, se produjo una revolución todavía más profunda: la revolución filosófica. La razón es ahí la esencia y condición del ser y el existir. “Pienso luego existo”, afirmó Descartes en la proclama fundacional de la Era Moderna, mientras Kant, con su revolución copernicana de la filosofía afirmaba que los fenómenos del mundo exterior sólo son cognoscibles, en tanto la razón los ordena, organiza y dispone para ser conocidos. La razón organiza el caos de sensaciones que es el llamado mundo exterior.
El siglo XIX fue el siglo de la Filosofía de la Historia, la Filosofía Política y la Filosofía del Derecho con la trilogía alemana de Fichte, Schelling y Hegel. Hay también una razón que conduce los acontecimientos de la historia, una especie de hilo conductor en el que se enlaza y toma sentido la pluriforme variedad de los hechos. La idea de la filosofía de la historia es la idea del progreso constante.
El siglo XX pulverizó el optimismo decimonónico con las dos guerras mundiales, el nazismo y el estalinismo, e hizo naufragar en un océano de sangre las ilusiones de progreso constante de la filosofía de la historia. El hombre no fue salvado por las ideas, sino asesinado en su nombre. El pesimismo del siglo XX tuvo como respuesta la filosofía de la existencia o existencialismo, entre cuyos nombres podemos mencionar a Kierkegaard, Heidegger, Sartre, Camus, Jasper, Maritain y Marcel, entre otros.
La filosofía ha creado un mundo; el abuso que de sus ideas ha hecho el poder, lo ha destruido. Su función constructora y reconstructora ha estado en la esencia misma de los acontecimientos históricos, ante los que hoy enfrenta el reto de dar sentido a la vida frente a los demonios de nuestro tiempo: la barbarie del terrorismo, el flagelo globalizado de la droga y la miseria, la deshumanización del mercado absoluto y del capitalismo corporativo transnacional, la concentración sin precedentes del poder político, militar y financiero, la sustitución del Derecho Internacional por la “guerra preventiva” y la instalación de la idea del Leviatán de Hobbes de la “guerra de todos contra todos” y del “hombre lobo del hombre”.
Las preguntas de la filosofía en nuestro tiempo son: ¿Qué es el mundo en el que vivimos? ¿Qué es el ser humano en ese mundo? ¿Qué significan los demonios que éste ha creado? La filosofía es alternativa a la ciega brutalidad de nuestro tiempo, razón al servicio del humanismo, para restituir los valores perdidos de libertad, solidaridad y humanidad y ética que se pregunta por la acción del hombre y nos propone los fines y los medios llamados a dar sentido y dirección a la historia de nuestro tiempo.