Tras un mes detallando la flora y fauna de bosques tropicales, biólogos descubrieron más de 20 clases de ranas, cinco palmeras, cuatro mariposas, mamíferos y plantas desconocidos para la ciencia. Además, se constató la presencia de un canguro dorado que se creía extinto.
Fueron 11 expertos, procedentes de EE.UU., Indonesia y Australia los que exploraron durante un mes la selva virgen de las Montañas de Foya. Tras detallar la fauna y flora, desde las zonas más bajas de las colinas hasta la cumbre de la Foya, los investigadores encontraron más de 20 nuevas especies de ranas, cuatro mariposas, cinco palmeras, varios mamíferos y una flor de rododendro gigante.
Los hallazgos aún deben ser “certificados” por publicaciones especializadas, sin embargo, la comunidad científica ya habla de la región como el nuevo “mundo perdido”.
“Es maravilloso, virgen, una selva sin habitar. No hay evidencia de impactos o presencia humana en aquellas montañas, ni siquiera de las comunidades locales”, afirmó Bruce Beehler, codirector de la expedición. De hecho, los científicos constataron que muchos animales no se mostraban asustados ante la presencia humana e, incluso, muchos mamíferos se dejaron coger sin problemas.
Paraíso animal
Uno de los descubrimientos más destacados fue el del pájaro come-miel (Smoky honeyeater), de intenso color naranjo en su rostro y que es considerado la primera especie de ave descubierta en la Isla Nueva Guinea en más de 60 años. También lograron estudiar dos ejemplares de puercoespines o erizos de pico largo; primitivos mamíferos ovíparos.
Al indagar la selva, los científicos hallaron un canguro de piel dorada que habita en los árboles y que se creía al borde de la extinción. Además, sólo bastaron dos días de caminata para que los exploradores lograran ver a un macho del “pájaro del paraíso” de Berlepsch, realizando una danza de seducción a una hembra.
Esta especie fue avistada en el siglo XIX por indígenas cazadores de Nueva Guinea y nunca se logró localizar la tierra natal del pájaro hasta ahora. A pesar de los increíbles hallazgos, los expertos reconocen que no han explorado todo el lugar: “Sólo hemos arañado la superficie. Cualquiera que vaya allí volverá con un misterio”, señaló Bruce Beehler.
Para realizar la investigación, los científicos contaron con el financiamiento del Instituto de Ciencia Indonesio, National Geographic y la organización estadounidense Conservation International, entre otros organismos. Además, de la ayuda de representantes de dos grupos indígenas: los kwerba y los papasena