Este es un breve comentario que a modo general nos ayuda a entender mejor la perspectiva de los pacientes que presentan hombro doloroso.
El síndrome de hombro doloroso es un cuadro clínico frecuente que adquiere características diferentes en el adulto mayor. Como todos los reumatismos de partes blandas son enfermedades en los que la semiología constituye el pilar del acercamiento al diagnóstico y correcto tratamiento. En Primer on the Rheumatic Deseases of the Artritis Foundation se lee “los síndromes reumáticos de dolor regional, por su prevalencia, complejidad y falta de pruebas de laboratorio diagnósticas, presentan un reto para el clínico”.
Las estadísticas internacionales muestran que el 10% de la población adulta general ha presentado dolor de hombro durante la vida, con una prevalencia de 21% en los mayores de 70 años. Dentro de las patologías musculoesqueléticas, es la tercera causa de demanda de atención médica primaria, después del lumbago y la cervicalgia.
Cuando un adulto mayor consulta al médico clínico por primera vez, las posibilidades diagnósticas son múltiples. La sintomatología puede derivar de lesiones en órganos o sistemas alejados, en cuyo caso se habla de causas extrínsecas (dolor referido, enfermedades sistémicas o lesión ósea), o de enfermedades de las estructuras anatómicas propias del hombro, dando origen a la causas intrínsecas (articulares, de partes blandas, dolor miofascial).
Dificultades diagnósticas en el adulto mayor.
En el adulto mayor se presentan más dificultades para hacer un correcto diagnóstico etiológico del síndrome de hombro doloroso que en un joven, debido a dos factores que inciden en forma importante. El primero son los cambios naturales producidos en las estructuras articulares y tendinosas a causa de la edad, las actividades laborales y deportivas, y el segundo son los vicios posturales de la vida diaria, que al mantenerse durante años, condicionan la aparición de dolor en las estructuras intrínsecas del hombro y cuello.
Los cambios naturales causados por la edad, las actividades laborales o las secuelas de actividades deportivas son cambios degenerativos articulares que se observan frecuentemente en el adulto mayor, con o sin dolor de hombro, como alteraciones en las estructuras tendinosas y secuelas de patologías pasadas, por lo que los estudios de imágenes deben ser interpretados en estrecha relación con la información obtenida en el examen físico.
Por ejemplo, si un paciente consulta por dolor agudo, intenso y muy invalidante en la zona del troquíter y el estudio radiológico muestra artrosis acromioclavicular, este hecho es un hallazgo que se observa frecuentemente en los mayores de 60 años, pero la causa sería una tendinitis aguda, posiblemente por cristales, que es lo que se debe tratar.
Cuando el dolor de hombro se presenta en un adulto mayor, hay más probabilidades de que la causa esté determinada por enfermedades de otros aparatos o sistemas diferentes al músculo esquelético, como cardiopatías coronarias, lesiones proliferativas del pulmón, tumores abdominales que irritan el diafragma, lesiones óseas secundarias expansivas y daños neurológicos cervicales, entre otras.
Para separar estas causas extrínsecas de hombro doloroso del adulto mayor, de las causas intrínsecas, hasta el presente, nada reemplaza a la anamnesis realizada metódica y tranquilamente y al examen físico general y localizado, practicado en forma minuciosa.
En resumen, la anamnesis próxima de un paciente que consulta por hombro doloroso médico permitirá diferenciar un cuadro clínico agudo de uno crónico y determinar la probable estructura anatómica que genera el dolor, su relación con la actividad física (mecánica), si es autónomo (infección ósea, metástasis, neuropatía) y si está condicionado por algún vicio postural de la vida diaria. Todo esto constituye la forma de presentación del cuadro, la que permitirá indicar una terapia específica.