Sin importar quién o porqué al final de la última marcha estudiantil se hicieron destrozos, el hecho puntual ocurrido hace pensar en lo enfermo de nuestro sistema judicial, vale decir de la amaurosis o ceguera total de la justicia.
Esta frase o concepto que debiese darnos seguridad sobre la imparcialidad de la aplicación de la justicia, hoy , al parecer, toma otro carril y ha llegado a significar que no es capaz de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto o entre lo legal y lo ilegal.
¿Cómo es posible que habiendo registro grabado, fotografías, y testimonios de las víctimas de saqueos, no haya ningún detenido o más bien juzgados por esa razón?
Para ser sincero, más allá de una condena en cárcel, busco que les enseñemos (ya que tanto hablamos de educación) sobre la responsabilidad de nuestras decisiones y sobre sus actos.
Las noticias de hoy en la mañana mostraban como los padres de los jóvenes detenidos, estaban indignados por el trato que se les hace a menores de edad que, según ellos, solo han cometido un error. Pero, lo grave de la situación justamente radica ahí. Son los padres, quienes tienen que velar por la responsabilidad legal de los hijos (menores de edad).
Como les señalo más arriba, si no hay voluntad de hacer valer la ley, entonces que por lo menos exista la disposición de retribuir en parte el daño hecho.
En otros países, los detenidos pueden pagar su deuda con la sociedad, realizando trabajos sociales, lo que en nuestra realidad se podría traducir en que sean los detenidos, quienes limpien las calles, que sean los culpables quienes pinten las murallas, repongan los ventanales, instalen las señaléticas, etc. Como pueden notar, ni siquiera se trata de una retribución económica, sino más bien, de hacerse responsable de las consecuencias.
Sin embargo, es indignante y aterrador darnos cuenta que la justicia humana, no alcanza ni por un segundo la justicia moral y el estándar ético de las normas de Dios.
Con sabiduría la palabra de Dios, declara que los niños deben ser instruidos desde etapas tempranas, ya que cuando son adultos o jóvenes casi no pueden cambiar (Prov 22.5). y cada porción de la escritura nos enseña que nuestros actos malvados tienen consecuencias, de las cuales debemos hacernos cargo.
Por último, el principio judicial de no hacer a alguien lo que no deseas que te hagan a tí, debería ser un argumento más que suficiente para hacer entender a un niño desde los 5 años, su responsabilidad sobre lo que hace.
Si la demanda estudiantil, señala que se haga un plebiscito, incluso, con participación de jóvenes de 16 años, entonces es correcto señalar que esos mismos menores sean enjuciados como adultos; no se puede ser adulto para protestar y, al mismo tiempo, ser un niño para la justicia, tratado como no consciente de sus actos.