La columna de Claus

Esta semana: sexo, drogas, violencia y una flor en el piso (o la recapitulación de un año)

Ok, se acerca año nuevo, el saludo cínico y amanerado a primos, tios, conocidos que ves una vez al año, que no preguntan por ti ni se acuerdan de que nos criaron juntos. Como sea, este año particularmente ha sido uno de los más dificiles y decidores que me ha puesto la senda de la vida. No quiero sonar opus dei, pero parece que estoy viendo la luz.
De mi vida privada no voy a hablar, siempre low profile, pero algunas cosas podrian salir de aqui. La primera, este ha sido el año donde me di cuenta que si hay que tener claro lo uno quiere, si hay que luchar por eso y ante todo, ser revolucionario no implica sumarse al esteriotipo, significa escuchar al corazon, a la razon y apelar al espiritu para encontrar la forma y el ideal. Para algunos puede sonar palabras de más, posiblemente nunca lo han intentado.
Segundo, aprendí que la lucha si es importante cuando lo tomas como algo personal. Si hay algo que particularmente quiero es llegar a viejo y contarle historias a mis nietos, a mis hijos, legarles y delegarles la fuerza para luchar por lo que uno quiere. Reivindiqué con esta lucha algo muy personal, el hecho de volver a ser pareja y devolverme el hecho de que puedo querer.
Si, a esta altura muchos esten pensando que esta columna en particular es diferente, quizas trillada, quizas muy personal. Dejenme decirles que sin subjetividades nada tiene valor.
La muerte en particular golpeó la puerta varias veces este año. El miedo a la muerte es innecesario.
La segunda parte, luego…

muy bonito travis…