La Música como Estímulo para la Mente

[CENTER]La música como estímulo para la mente.

Escuchar melodías agradables no sólo modificaría el estado de ánimo, sino que podría tener una influencia muy positiva en el desarrollo cognitivo humano, en el incentivo de la inteligencia e incluso en la salud.

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La música es tan antigua como el ser humano. Desde sus remotos orígenes –cuando nuestros antepasados se maravillaron con los sonidos de la naturaleza y empezaron a jugar con los cantos de las aves, con el sonido del mar, con el de los ríos, hasta con el dulce silbar del viento- fue utilizada para expresar, comunicar y transmitir sentimientos por lo que ha revestido una gran importancia en la evolución y desarrollo del hombre.

Es capaz de transportar a otra dimensión evocativa, ayuda a sentirse bien y demuestra las habilidades físicas y sensoriales de nuestro cuerpo. Por ello, grandes filósofos y científicos –como Pitágoras- la consideraron como la ciencia de la armonía, apoyada en la teoría de la armonía de las esferas, la cual afirmaba que el uso de las proporciones musicales era la base del modelo para la creación del universo; y que los cuerpos celestes producían sonidos que, al combinarse, generaban esta música.

Los pitagóricos y otros pensadores como Boecio defendieron esta teoría frente a los detractores, que la consideraban como una concepción poética, sublime; pero idealista y falsa.

Por décadas el estudio de las relaciones entre música y bienestar se han convertido en una fértil fuente de investigaciones en neurología, psicología y biología, lo que ha permitido brindar respuesta a diferentes preguntas.

¿Existe algún mecanismo fisiológico que controle la cascada de emociones que sugiere la música? Bueno, al parecer nuestro comportamiento emocional estaría basado en la capacidad de respuesta a situaciones que, de algún modo, nos generan sorpresa.

De acuerdo a recientes estudios, la música actuaría sobre los mismos mecanismos que regulan el asombro. Según los psicólogos John Slobona y Patrik Juslin de la Universidad de Keele el origen de esta sensación estaría en el lenguaje. Para ellos “todos los seres humanos compartimos un código heredado para interpretar el habla. En cualquier idioma, la ira se manifiesta gritando y el cariño susurrando. Da igual a qué raza pertenezcamos, los mínimos rudimentos emocionales del habla son reconocibles universalmente”.

Con la música ocurriría lo mismo. Los estudios de estos dos investigadores con cientos de voluntarios, demostraron que las melodías lentas y con cadencia descendente generan en los que las escuchan sensaciones de tristeza, mientras que los ritmos ascendentes producen sentimientos estimulantes. Por lo que la conjunción de estos efectos provocaría una cascada de emociones en el cerebro humano.

Cuando la música entra en él produce respuestas desencadenantes de estímulos neurológicos y estos, a su vez, participan en la producción de sustancias productoras de placer. La música se traduce en un una señal nerviosa en la estructura llamada cóclea, localizada en el conducto auditivo desde donde viaja a diferentes áreas entre las que hay algunas cercanas al frente de la cabeza. Algunos investigadores señalan que en estas zonas donde el cerebro se estimula por la música son también áreas relacionadas con la percepción de las emociones y de sensaciones agradables o desagradables.

Además, escuchar música ayudaría al cerebro en el proceso de estimulación e inhibición de sensaciones. Lo cual se demuestra a diario cuando para pasar un mal rato conscientemente escuchamos melodías placenteras que nos hacen dejar de producir estímulos cerebrales negativos, para dar paso a la generación de sensaciones agradables.

Si bien actualmente se da por sentado que la música no es más que una secuencia de sonidos ordenados, una especie de “encarnación del paso del tiempo a base de ruidos, silencios y ritmos”, es evidente el tremendo poder que posee, capaz de provocar reacciones emocionales en los seres humanos, desde la depresión al éxtasis.

Científicos del Instituto Neurológico de la Universidad MacGill de Montreal revelaron que la música puede ser tan placentera como la droga. El estudio [Nature Neuroscience. 2011 February; 14 (2): 257-64] destaca que es un estímulo placentero especialmente potente que se usa con frecuencia para influir en los estados emocionales.

Los investigadores demostraron que la música puede provocar respuestas emocionales muy agradables y la revisión de imágenes reveló de qué manera los circuitos de la emoción y la recompensa del cerebro se ven involucrados durante una escucha de música agradable, en especial el estriado ventral, lo que sugiere la posible participación de mecanismos dopaminérgicos en este proceso.

El clímax de las sensaciones brindadas por la música, fue catalogada por estos investigadores como musical chills o shivers (escalofrío musical), que es la respuesta mediada por el sistema nervioso autónomo que afecta a la frecuencia cardíaca, respiratoria, a la conductividad de la piel y a la temperatura periférica.

Este choque emocional y físico sucedería cuando la música nos estimula al máximo, ya sea estando solo, en una fiesta o en un concierto con miles de personas. Muchos lo hemos sentido: el corazón palpita más rápido, la respiración se acelera, la piel suda, los músculos se tensan y la cabeza está llena de energía.

Las zonas cerebrales con actividad durante los escalofríos musicales son las zonas donde se producen emociones agradables o de euforia. En estudios con animales se demostró que las mismas zonas que producen estímulos sexuales o de alimentación se activan con la música. Esto explicaría un poco por qué una buena canción siempre ayuda a facilitar las cosas del amor.

Otras sustancias liberadas con el estímulo de la música son la endorfina y los endocanabinoides. La primera regula sensaciones de gozo e incluso se le llama la droga de la felicidad, porque brinda una sensación placentera, los segundos son sustancias producidas en el cuerpo con una composición química muy similar a la sustancia activa de la marihuana. Aunque en estos dos últimos la relación con el placer provocado por la música es aún incierta, se sabe que se liberan durante sensaciones fisiológicas causadas por ella.

Si bien la música se trata del arte de combinar y jugar con los sonidos, donde no existen ordenamientos o leyes, los investigadores todavía siguen cuestionándose si este poder placentero se debe a un mecanismo biológico o cultural.

Mientras lo averiguan –y si se siente que pasa por un mal momento- busque el placer en los riffs e interludios de su música favorita. No se arrepentirá.