Mientras lograron saturar carreras del área salud como enfermería y kinesiología, o del área social como periodismo e ingeniería comercial, las universidades chilenas admiten que reaccionaron tarde frente a la escasez de talentos para áreas con real déficit de profesionales en nuestro país.
El año pasado a nivel nacional se titularon 68 ingenieros metalúrgicos, mientras que las enfermeras se convirtieron en la carrera con más matriculados a nivel nacional, superando en titulados incluso a los ingenieros comerciales. Estas cifras podrían parecer triviales, pero en un país minero como Chile esta relación toma un cariz alarmante.
Según entidades gremiales y distintos actores de la industria, hacia 2015 se necesitarán más de 20.000 profesionales para el área minera, y para la próxima década se requerirán cerca de 45.000.
La alta demanda por profesionales ligados a la minería, que ya es un hecho, preocupa tanto a las industrias como a las instituciones de educación superior.
Las principales universidades del país, junto con entender que la minería es un campo de formación atractivo y necesario, asumen que no fueron lo suficientemente visionarias como para proyectar hace años la necesidad de reenfocar los esfuerzos. Esa autocrítica les permite hoy iniciar una nueva etapa, que incorpora nuevas carreras de pregrado relacionadas directa o indirectamente con la minería; ofrecer mayor oferta de posgrados y desarrollar áreas de investigación e innovación dirigidas a esta industria.
Al ser un país minero en permanente desarrollo, Chile enfrentará constantemente la presión por mano de obra como un punto estratégico para el negocio. El vicerrector zonal central de la Universidad de Aconcagua, Germán Carrasco, afirma que tres ejes ligados a la gestión académica son vitales para sostener el liderazgo de Chile en la industria minera mundial. Primero, es necesario aumentar las inversiones en explotación, lo que permitirá establecer y mantener la demanda por profesionales. A ello suma que es imperativo continuar con la investigación y las inversiones ligadas a la eficiencia hídrica y energética, lo que es visto como un emplazamiento para que universidades y empresas establezcan alianzas para la investigación aplicada y la transferencia tecnológica.
Por último, explica que se necesita mayor formación de capital humano, especialmente de técnicos e ingenieros especializados, lo que “invita a innovar en el desarrollo de modelos pedagógicos y un currículo que permita satisfacer las demandas del sector, la responsabilidad social, el medioambiente y los nuevos paradigmas sociales”.
Recién en los últimos dos años los jóvenes han manifestado más interés por carreras mineras, motivados en gran medida por su nivel salarial.
La nutrida oferta
Pese a los esfuerzos y las inversiones de las entidades académicas para mejorar su oferta de profesionales para la minería, lo cierto es que recién hace dos años los jóvenes comenzaron a evidenciar motivación hacia estas carreras. El entusiasmo se explica por el boom de inversión minera que al mismo tiempo ha impactado los rankings de salarios, donde las disciplinas que demanda la minería figuran entre las mejor remuneradas.
Otro factor que influye en que la percepción hacia el trabajo minero haya cambiado. Los jóvenes ya no miran estas actividades como un “sacrificio”, sino que como un medio que les permite aspirar a una mejor calidad de vida.
Así, con este nuevo cuadro en frente, las universidades que tradicionalmente han impartido carreras relacionadas con la industria minera han avanzado, especialmente en la diversificación curricular.
La Universidad Técnica Federico Santa María, por ejemplo implementó en 2011 la carrera de técnico universitario en Minería. Además, a partir de 2013 comenzará a impartir ingeniería civil en minas.
Por su parte, la Universidad Católica de Valparaíso incluyó Ingeniería Civil de Minas, que se suma a un postítulo denominado Fundamentos para la certificación y valorización de activos mineros.
En 2010, la Universidad Adolfo Ibáñez comenzó a dictar Ingeniería Civil en Minería, lo que se suma a la formación de ingenieros especialistas en Energía y Medioambiente, Bioingeniería y Obras Civiles. En el área de investigación, en tanto, impulsaron el Centro de Innovación en Minería.
La Universidad Central de Chile, por su parte, cuenta con un Programa de Desarrollo Minero, con formación de capital humano especializado y un área investigación en materias de innovación.
Otras casas de estudios superiores, como la Universidad de Atacama, enfocaron su estrategia a impartir las carreras mineras en zonas donde se desarrolla la actividad: Calama, Los Andes y Rancagua.
Junto con transformar su tradicional Centro de Minería en el Departamento de Ingeniería en Minería, para ampliar la oferta académica, la Universidad Católica (UC) también imparte carreras “ blandas”, que se están especializando en el negocio minero. Una de las disciplinas que presentan alta demanda es Derecho. Así lo explica Alejandro Vergara, académico de la Escuela de Derecho de la UC, quien comenta que el mercado es muy exigente: “Gran cantidad de abogados jóvenes están siendo contratados por las mineras, lo que es un desafío para las escuelas de Derecho”.
En el caso de la Universidad de Chile, además de tener una variedad de carreras de pregrado, se ha enfocado en dar una oferta de posgrados, como el MBA en Gestión Minera de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) que imparte en Santiago y Antofagasta; o el doctorado en Ingeniería en Minas con un nivel de exigencia full time, destinado a generar investigadores y académicos de alto nivel. El año pasado captó a 4 estudiantes y este año espera llegar a 12. En la sede de Beauchef hay una serie de diplomas y magísteres que incluyen la posibilidad de reconversión de profesionales de otras carreras.
Las urgencias
23 universidades públicas y privadas en todo el país ofrecen carreras relacionadas con la minería, como Ingeniería en Metalurgia, Eléctrica o Mecánica.
Pese a que en términos generales todas las profesiones relacionadas con la actividad minera son y serán altamente demandadas, hay algunas que presentan una mayor urgencia.
Las principales universidades que imparten carreras mineras en el país aseguran que se necesitan especialistas en gestión de proyectos mineros, ingenieros y técnicos en minería y metalurgia, así como ingenieros eléctricos, en minas, mecánica, electrónica, automotrices, informáticos, en telecomunicaciones, química o en medioambiente. Incluso, hay algunas disciplinas más sofisticadas, como la ingeniería mecatrónica, la geotécnica, hidráulica y especialidades estructurales.
En general, lo que las entidades buscan es formar un profesional integral. En este sentido, el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, Alejandro Jadresic, explica que junto con el conocimiento técnico y el manejo de instrumentos específicos, lo que se necesita son “profesionales que tengan una visión integral del proceso minero, y del contexto internacional en el que las empresas se desempeñan”. Enfatiza en que las necesidades actuales apuntan a que los ejecutivos estén insertos en la globalización, lo que requiere, por ejemplo, “del desarrollo de habilidades de gestión, sensibilidad ambiental, capacidad de interactuar con comunidades locales o el dominio del idioma inglés”, dice.
Por su parte, el director de la Escuela de Ciencias de la Tierra de la Universidad Andrés Bello, Francisco Fuentes, sostiene que entre las principales áreas que demandarán profesionales están las especialidades en uso de tecnologías modernas en la extracción y producción de minerales. “Esto es cada vez más difícil de encontrar en Chile, pues en lugar de formar personas especializadas, se trae a profesionales del extranjero”, asegura.
Mea culpa
Aunque las universidades asumen su cuota de culpa en la escasez creciente de profesionales relacionados con la actividad minera, también afirman que la industria tampoco supo prever esta contingencia.
Desde el Departamento de Ingeniería en Minería de la Universidad Católica, el académico Rodrigo Pascual explica que la responsabilidad ha sido compartida. La falta de la industria, acusa, fue “no ofrecer alicientes e incentivos suficientes antes para, por ejemplo, involucrar a las universidades en temas de investigación asociados a sus grandes proyectos, de modo que las mejores mentes del país estén trabajando en problemas mineros”. Agrega que las instituciones de educación superior “no hemos sido suficientemente visionarias para entender que este país es un jugador de primer nivel en la minería a nivel mundial y que justamente este rubro ofrece oportunidades espectaculares para que la innovación se convierta en mayor competitividad e ingresos para el país”.
El rector de la Universidad Federico Santa María, José Rodríguez, coincide y atribuye esta reacción tardía a que “los procesos de creación de carreras o de adaptación de los diversos programas hacia el área de la minería son lentos, porque no es fácil para las universidades construir instalaciones para adaptarse a las necesidades de las empresas”.
Más autocrítico es Miguel Vera, director del Departamento de Ingeniería en Minas de la Universidad de Santiago, quien estima que varios factores explican el desfase en la reacción: “No es sólo por falta de recursos por parte del Estado, también creo que la universidad no ha tenido lineamientos más claros respecto a la carrera, excepto en los últimos años”.
Aldo Casali, director del Departamento de Ingeniería de Minas de la FCFM de la Chile, reclama una mayor cercanía por parte de las empresas, “que sólo en los últimos años empezaron a hablar con nosotros, porque se dieron cuenta de la falta de mano de obra especializada”.
Las universidades y las empresas han generado alianzas que les permiten beneficiarse de las sinergias existentes.
El toque femenino
Aunque la minería ha sido considerada históricamente como un área exclusivamente masculina, en los últimos años la industria ha sido testigo de la irrupción femenina. Si bien el porcentaje sigue siendo bajo, en los últimos años casi se ha duplicado. Hoy alcanzan el 6,2%del total de trabajadores de esta industria y se espera que para 2015 representen el 10% con 25.000 mujeres, lo que incluye a operarias y profesionales.
Claro que los incentivos para el ingreso de la mujer al mundo minero se han limitado al ámbito de la capacitación técnica y no en el ingreso en carreras del sector. Aun así, las mujeres se están atreviendo más. Miguel Vera cuenta que en la USACh, la demanda femenina en la carrera de Ingeniería Civil en Minas ha aumentado. Hace cinco años ellas representaban poco más del 2%, mientras que hoy son el 10%. “Las mujeres son de los buenos puntajes que ingresan a la carrera”, puntualiza.
El aumento de mujeres en la minería ha sido sostenido durante los últimos años.
Matrícula de educación superior en carreras requeridas por la minería
Fuente: Fundación Chile, con datos de Mineduc.
Año Matriculados
2005 41.606
2006 43.759
2007 44.504
2008 46.128
2009 51.932
2010 55.836
99,9% Empleabilidad. La carrera de Ingeniería Civil en Minas tiene una empleabilidad casi del 100% en el primer año de egreso, según SIES. En el segundo año de egreso, esta cifra alcanza el 100%.