En Navidad dicen que solemos ponernos un poco más sensibles.
Puede ser, pero siempre después de las 12. Antes de eso todo es un caos. Que regalos, que juguetes, que la comida, que el aseo… uff todo.
Hecho concreto: la reflexión.
Es un acto comunicativo en sí mismo. Me pasa siempre en esta época. Viene como las nubes de otoño: lentas, altas, bochornosas y desesperantes… casi sin solución.
A la luz de la coyuntura de mi vida creo imprescindible el hecho de agradecer. Agradecer porque es necesario, agradecer porque es un gesto amoroso, agradecer porque ennoblece el alma, agradecer porque se lo merecen.
La verdad es que este momento de mi vida no es de lo más claro. Tengo muchas materias inconclusas, tareas prorrogadas, ideas olvidadas. Diría que me ha ganado el sistema. Pero la verdad es que no me ha ganado, sino que estoy parado frente él cual boxeador que analiza a su rival. En resumen, estoy especulando.
Eso me empelota. Nunca me ha gustado la gente que no es clara, que no toma opciones. Hoy me he convertido en uno de ellos y me hace mal adentro.
Pero vamos, nada es tan malo como parece. Puedo sobrevivir con eso.
Sucede amigos que las decisiones importantes vienen. Más decisiones importantes… más de las que ya he tomado. Tengo la visión de que en cualquier minuto llegará mi hora. La hora de iniciar el viaje. Es un viaje de aprendizaje, en la mejor universidad de todas. Siento en mi corazón la necesidad del desarraigo. Mi espacio ya no estará acá dentro de poco. Mi corazón siempre tratará de estar con todos los que he conocido, pero es indispensable dejar de actuar en esta obra y descubrir quién soy realmente.
Para ello el camino sé que me debe llevar por rumbos desconocidos.
Sepan que quiero ser un jedi para derrotar al imperio de la desigualdad, de la falta de oportunidades, de la exclusión… para incentivar el amor, el cariño, la comprensión.
Pero para eso es necesario pasar por el dolor, el sufrimiento, el éxodo.
Mientras tanto, quisiera aprovechar de agradecer.
Nunca pensé que llegaría a conocer gente tan linda y necesaria a través de este medio. Eso me hace feliz y me hace sentir que no he perdido el tiempo (aunque efectivamente lo he hecho).
Más allá de los problemas y vericuentos insustanciales que han ocurrido, estoy muy agradecido de todas las sonrisas que me han sacado, de los momentos buenos, de los momentos románticos, de los minutos felices y de embriaguez… de todo.
Tengo la certeza de que no puede ser una casualidad que nos hayamos conocido. Tengo la esperanza de que somos más de lo que nos conocemos.
Y en ese sentido, me gustaría construir desde esa verdad. Desde la certeza de la utilidad.
Somos seres humanos, tenemos manos para servir, tenemos alma para dar. Hay tantos que necesitan de cariño… hay tantos que no tienen nada. Siento que es un deber mío ir por el mundo regalando sonrisas y tranquilidad.
Mi llamado tiene que ver con sumarse a esta micro… (ya que están de moda) embárcarse conmigo en este movimiento de amor universal.
A lo mejor muchos no entienden o no les importa… está bien, a nadie se le puede obligar a tener un mismo objetivo en la vida, pero el hecho es que todos tenemos el deber de construir una sociedad más justa y democrática desde el lugar que nos encontremos.
Mis muchachos queridos:
En esta navidad quiero hacerles el regalo más hermoso… pero no me siento preparado todavía para hacerlo… pero estoy trabajando para la gran navidad… aquella en que todos seremos participes de un gran regalo de amor a la humanidad.
Hoy, en que las palabras bonitas son las imprescindibles, le mando un beso y un abrazo a cada uno de ustedes. En mí encontrarán a un amigo siempre.
Juan Roberto
