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Las “Sofías” que marcaron la historia de la matemática [/COLOR]
Corría 1874. La rusa Sofía Kovalevsky tenía sólo 24 años cuando obtiene su doctorado en matemáticas en la Universidad de Göttingen (Alemania) y realiza una de sus mayores contribuciones: el Teorema de Cauchy-Kovalevsky, para resolver ecuaciones diferenciales parciales. Todo aquel que estudia matemática, hasta la medianamente básica, debe aprenderlo.
Incluso así, y pese a todas las recomendaciones de destacados colegas, no logra un puesto como académica. Recién diez años más tarde lo consigue en la Universidad de Estocolmo. En Suecia la conocen como “Sonya”, y también se dedica a la literatura. Se transforma en una de las primeras mujeres académicas en Europa.
La francesa Sophie Germain (1776-1831), hija de un rico comerciante, no podía ingresar a la École Polytechnique por ser mujer. Se hace pasar por antiguo alumno: monsieur Antoine-August Le Blanc. Estudia por correspondencia. Hasta que su maestro, Joseph Louis Lagrange -junto a Leonhard Euler fueron los matemáticos más importantes del siglo XVIII-, exige ver a tan brillante estudiante. Recién ahí se entera de que es una chica.
Sofía Kovalevsky conoce a los hombres más influyentes de la época: Fedor Dostoyevski y a Karl Weierstrass, padre del análisis moderno (su tutor). Gracias a que su marido era paleontólogo y dueño de una imprenta, entabla amistad con Charles Darwin. Incluso la edición de uno de sus clásicos, “Las variaciones de animales y plantas bajo la acción de la domesticación” (1868), salió primero en ruso y un par de semanas después en su originario inglés. Tras el suicidio de su esposo, la hermosa Sofía es pretendida por muchos hombres.
Sophie Germain admiraba a Carl Friedrich Gauss, uno de los matemáticos más célebres. Comienza a escribirle como monsieur Le Blanc. Las especialidades de la francesa eran las teorías de los números y de elasticidad. Cuando Napoleón invade Prusia, Sophie teme por la vida de Gauss. Como era amiga de un general del emperador, le pidió que velara por la vida de su amigo. El militar le revela al matemático que le debe su vida a Sophie Germain. Pero él no conocía a nadie con ese nombre. En su siguiente carta, Le Blanc le cuenta la verdad.
Las malas lenguas dicen que Alfred Nobel, el creador del famoso premio, pretendía a Sofía Kovalevsky tras el suicidio de su marido (Vladimir Kovalevsky estaba en la bancarrota). Pero ella no le correspondió. Como venganza, Nobel no creó la categoría del galardón en matemática. Además, Kovalevsky era amiga del matemático sueco Gösta Mittag-Leffler, quien, supuestamente, se llevaba mal con Nobel (por eso el matemático canadiense, John Charles Fields, creó la medalla Fields, el equivalente al Nobel de Matemática).
El Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005, Rafael Benguria, es un admirador de Kovalevsky y gran conocedor de su biografía. “Ella trabajó en matemática y física, mis especialidades. Además, conocí el Instituto Mittag-Leffler, donde pude ‘respirar’ su espíritu. Me gusta su historia. Vi muchas fotos de ella cuando era estudiante”, cuenta Benguria. “Hay rumores sobre Kovalevsky, pero ninguno es cierto. A Nobel le gustaba que la ciencia fuese comprobable experimentalmente, por eso no creó el premio en matemática”.
Talento extraordinario
Gauss responde a la carta a Sophie: “La afinidad por las ciencias abstractas en general (…) es demasiado rara. Pero cuando una persona del sexo que, según nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar muchísimas más dificultades que los hombres para familiarizarse con estos espinosos estudios, y sin embargo tiene éxito al sortear los obstáculos y penetrar en las zonas más oscuras de ellos, entonces sin duda esa persona debe tener el valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior”.
Sophie se transforma en la primera mujer que asiste a sesiones de la Academia Francesa de Ciencias. Sigue en contacto con Gauss. El matemático quiere entregarle un reconocimiento: un grado honorífico. Antes de recibirlo, Sophie muere de un cáncer de mamas. Su acta de defunción dice: “Mujer sin oficio”.
CHARLA
> RAFAEL BENGURIA, Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005, hablará sobre Sofía Kovalevsky el lunes, a las 14.30 horas, en el MIM.
‡ Premian la “ciencia femenina”
Difundir, promover y hacer ciencia también une a las mujeres. Por eso desde hace diez años que la Unesco y L’Oréal premian a mujeres de todo el mundo por su trabajo.
La ganadora de Latinoamérica de este año es la argentina Ana Belén Elgoyhen, por su investigación en la audición a nivel molecular. Lihadh Al-Gazali, de los Emiratos Árabes, destacó con su trabajo en trastornos hereditarios; V. Narry Kim, de Corea del Sur, recibió el premio por su trabajo con recombinaciones de ADN; Ada Yonath, de Israel, por su investigación en la síntesis de proteínas y antibióticos, y Elizabeth Blackburn, de EE.UU., por su trabajo en cáncer y envejecimiento.
El jueves pasado, cada una recibió US$ 100 mil (unos $ 45 millones) y firmó una carta que todas las ganadoras, en los 10 años del premio, también suscribieron.
En ella, se comprometen a trabajar activamente en mejorar y difundir la participación de la mujer en las distintas actividades científicas. Labor en la que también tendrá espacio Ligia Gargallo, chilena premiada en 2007 por su trabajo con polímeros.
‡ Romántico cultiva flores en el espacio
El cosmonauta ruso Yuri Malenchenko dio rienda suelta a su ternura y cultivó flores en el invernadero de la Estación Espacial Internacional para la astronauta de la NASA y comandante de la misión Peggy Whitson. La ocasión es el Día Internacional de la Mujer.
Pero Malenchenko y su colega francés Leopold Eyharts no podrán regalarle un ramo, ya que las flores crecen en los brotes de arveja sembrados en la órbita a finales de enero, explicó el Centro de Control de Vuelos Espaciales de Rusia.
La siembra es parte del experimento Planta-2. Cada veinte minutos, sensores especiales capturan el estado del “terreno”, la composición de gases y otros parámetros, la información es trasladada a archivos que el astronauta envía diariamente a Tierra junto con fotografías de las plantas.
Así, los científicos pueden controlar el proceso de crecimiento y maduración de las arvejas. Una vez cosechadas, serán secadas y enviadas a la Tierra a bordo de la nave Soyuz a finales de abril próximo.
En el mismo experimento, misiones anteriores en la estación cultivaron lechugas. Ahora, con la llegada del laboratorio europeo Columbus a la estación el huerto espacial aumentó su área cultivable.
Independientemente de la ciencia, Malenchenko nunca tuvo problemas en mezclar trabajo con placer. El 10 de agosto de 2003 se casó con Yekaterina Dmitriyeva. Ella estaba, de un radiante blanco en tierra, en el Centro Espacial Johnson, y él (en la foto aparece su réplica en cartón), en el espacio