Hace un tiempo estuve leyendo acerca de estos ‘‘seres’’ y quede un tanto sorprendido hechenle un ojo y opinen, byes
El tamaño de la vida
Por Joaquín Mirkin y
Leonardo Moledo
El tamaño de los seres vivos sigue dando que hablar. Y el origen de la vida, también. Porque un grupo australiano comandado por Philippa Uwins, de la universidad de Queensland (Australia), afirma haber encontrado los seres vivientes más pequeños que se puedan imaginar: los nanobios. Los nanobios son increíble, inverosímilmente chicos: –del orden del millonésimo de milímetro–, resultan diez veces más chicos que las bacterias más chicas que la ciencia conoce. Es toda una novedad y hasta cierto punto un sacudón científico, ya que según los cánones más o menos establecidos por la biología, seres vivientes tan pequeños simplemente no podrían existir. Aunque pequeños, los nanobios pueden tener consecuencias de peso, o por lo menos pueden reabrir una controversia interesante sobre el origen de la vida en la Tierra y la existencia misma de la vida en otros planetas.
Los nanobios nos acechan
Los investigadores australianos no se andan con vueltas: ellos dicen que los vieron. Pero no sólo tuvieron buena vista sino también suerte: los nanobios fueron encontrados por casualidad. Ocurrió mientras estaban haciendo experimentos de rutina y excavando el fondo marítimo muy cerquita de Sydney. Extrajeron colonias vivas de organismos de dimensiones minúsculas: unos 20 a 150 nanómetros o, lo que es lo mismo, entre 20 y 150 millonésimos de milímetros, un tamaño fuera de los límites de lo biológicamente aceptable. Eran los nanobios. “Lo que podemos afirmar es que los nanobios son de un tamaño minúsculo, jamás visto por el hombre” dijo Philippa Uwins, que, como se recordará, comandaba el equipo, y que tuvo que usar, evidentemente, microscopios de punta, rayos X y tecnología de alta resolución. Pero lo que resulta más interesante es que, si efectivamente se comprueba la existencia de seres vivos de ese tamaño, el trabajo de investigación de los australianos resultaría un aporte significativo al polémico estudio de la naturaleza de la vida. Al fin y al cabo, el tamaño de los seres vivos no puede ser cualquiera y está sujeto por leyes funcionales. No puede haber vida de cualquier tamaño, ni hacia arriba ni hacia abajo (no podría existir un microbio, por ejemplo, del tamaño de un átomo, ya que para ser vida, tal como la conocemos, debe contener algo de ADN, que es más grande).
Casi igual, pero en la NASA
Los nanobios no son los primeros en venir a perturbar la pax biólogica, ni es la primera vez que aparecen noticias de seres vivos más pequeños de los que todos conocemos. Nada de eso: hace sólo tres años, el propio presidente norteamericano Bill Clinton, en una conferencia de prensa, encaró a los periodistas y haciendo lobby para la NASA reveló que investigadores de la agencia aeroespacial norteamericana habían descubierto fósiles microbiológicos “marcianos” de un tamaño bastante inusual. Era verdad, o por lo menos era verdad que científicos de la NASA en Houston habían anunciado la existencia de fósiles diminutos, de cuatro mil quinientos millones de años, en el meteorito marciano conocido como ALH84001. Si son microfósiles o no sigue en discusión, aunque la opinión mayoritaria, hoy, se inclina por el no. No se supo –y no se sabe aún–, a ciencia cierta, si lo que habían encontrado los investigadores había sido realmente una evidencia creíble sobre la existencia de vida en Marte o si era sólo parte de una estrategia publicitaria, aunque hoy se ve que, por decirlo suavemente, el anuncio fue apresurado. O no. Es que con la caída de la Unión Soviética muchos proyectos de investigación fueron dejados de lado y el costado competitivo de la lucha científica entre las entonces superpotencias perdió, como es obvio, interés: quedarse sin “enemigo” post 1990 no siempre es fácil para quienes viven de la rivalidad. Pero la disminución del presupuesto para la investigación aeroespacial excitó la imaginación y el ingenio de la NASA y motorizó su técnica publicitaria, un recurso bastante conocido en las agencias gubernamentales y la administración pública, por cierto. Que en aquella ocasión dio resultado: la NASA logró alcanzar la primera plana de los diarios con su “vida marciana”.
Nanobios marcianos
Naturalmente, fueron muchos los científicos y académicos que, por debajo del ruido mediático que de tanto en tanto despierta el planeta Marte, apuntaron sus dudas y sugirieron que la función de los fósiles marcianos no era sino hacer lobby para conseguir más dinero y apoyo político con que financiar las investigaciones tradicionales de la NASA. Sí. Pero lo interesante de la cuestión fue el argumento que dieron los científicos en aquella ocasión. Decían, básicamente, que las formas de vida que habían sido descubiertas eran extremadamente pequeñas para poder ser reales, y que, en realidad, no podría existir (ni haber existido, desde ya) ningún ser vivo tan chico. Razones: seres semejantes no tendrían el espacio suficiente para contener el material enzimático y genético esencial para sobrevivir. Los nanobios australianos se transforman ahora en una piedra (y no marciana) en el camino de esa crítica. Si realmente existen, claro.
Lo que importa es el tamaño
Y bien, ahí están los nanobios, que tal vez no consigan alcanzar el status de existencia, pero sí lograron que el equipo australiano consiguiera fama y reconocimiento en el ámbito académico. No es la primera vez que aparecen seres vivos dudosos (en el siglo pasado Huxley creyó haber hallado un “barro primordial vivo” que era el eslabón perdido entre lo orgánico y lo mineral, y la discusión se prolongó bastante, hasta que pudo comprobarse que se trataba de un error). Y el “problema nanobio” no se va a resolver de la noche a la mañana: uno de los problemas en este tipo de descubrimiento es que no existen parámetros exactos y consensuados de medición, para organismos que puedan sobrevivir en forma autónoma. Es que no sólo resulta difícil buscar la mejor manera para medir el tamaño de los seres vivos, sino que resulta complicado lograr el acuerdo de la comunidad científica en general sobre la forma de medir. Lo que cuesta aceptar, y efectivamente establecer, es, en este caso, si estos supuestos seres vivos –o “nanobios”– son efectivamente seres vivos tal como la biología los concibe. Al fin y al cabo, todo aquello que esté basado en el ADN y en alguna proteína en particular, o en el ARN, necesita, obviamente, un cierto tamaño mínimo para poder sobrevivir. Por lo menos hasta ahora.