Sobre la verdad… Toda intuición es verdadera.
El problema no es que haya o no haya verdad (hay verdad: la verdad de la intuición), lo que sucede, lo positivo, (y que no me atrevería a llamarle problema) es que hay falsedad.
Recordemos, a este propósito, un pasaje del diálogo platónico del Sofista:
Teetetes.- pues ¿qué diríamos, extranjero, que es una imagen, salvo que una cosa que reproduce la verdadera?
Extranjero.- ¿quieres decir que la cosa que reproduce es también verdadera, o en qué sentido dices que “reproduce”?
T.- No es también verdadera de ningún modo, sino una cosa que se le parece.
E.- ¿por lo verdadero quieres decir algo que “es en realidad”?
T.- eso es.
E.- ¿y qué?, ¿por lo no verdadero, lo contrario de lo verdadero?
t.- ciertamente.
E.- entonces quieres decir que lo que se parece es algo que “no es en realidad”, si sigues llamándolo no verdadero.
T.- pero es, al menos de cierta manera.
(…)
E.- luego ¿algo que “no es en realidad” “es en realidad” lo que llamamos imagen?
(…)
T.- Hace falta que sean de alguna manera las cosas que no son, si es que ha de ser posible la falsedad por poco que sea.
Lo verdadero y lo falso ambos son un mostrar (a partir de lo que fundamentalmente es), un representar. La impertinencia o pertinencia de la representación son una posibilidad de toda aprensión (comprensión) de un fenómeno. De que comprendamos que hay falsedad, depende que podamos presumir o exigir “verdad” a cierto cumulo de representaciones entre todas las que nos ocurren o nos son posibles.
Los griegos tenían una noción que (puedo argumentarlo) capta o sugiere mejor el modo de ser del pensamiento y la racionalidad: NOUS.
El NOUS griego es cierta intuición intelectual (nos habituamos a pensar la “intuición” como “intuición de fenómenos sensibles”).
LA intuición se define como lo inmediato patente. Distinto de lo “mediato” que es la reflexión. Bueno, pues la noción de NOUS es la de una racionalidad que es fundamentalmente intuitiva, inmediata. ESto no significa que arribemos a la “verdad” exentando el camino crítico que nos conduce a ella. Significa precisamente esa “sensibilidad crítica” que genera el camino, ese sentido de la pertinencia o impertinencia, esa sensibilidad al “ruido” que producen ciertos argumentos o proposiciones, que se agitan en la frontera de las nociones… singifica también saber escuchar y traducir los balbuceos de las nociones.
Hay una verdad fundamental que es la de la intuición… y sobre ella, esa otra intuición de lo pertinente o impertinente, esa sensibilidad crítica, que también es verdadera. Claro… esa sensibilidad crítica es pericia (saber “ver”, saber tomar perspectiva, saber preguntar, saber pensar) y es también un ejercicio histórico, se alimenta de lo elucubrado en los discursos.