Agronomía. Henificado. Heno. Ganado. Alfalfa. Cereales. Tréboles. Gramíneas. Crecimiento. Siega. Secado. Rodillos. Empacado. Almacenamiento. Pérdidas. Deshidratación
1 - HENIFICADO
1.1 Necesidad de la conservación de forrajes
La producción de forrajes verdes es estacional. Alcanza un máximo en primavera, puede no darse crecimiento estival por falta de agua y hay parada vegetativa en invierno.
Durante esas etapas en que no hay forrajes verdes surge la necesidad de alimentar al ganado con el forraje excedente de primavera y/u otoño. Pero el forraje verde es un producto perecedero y sólo puede conservarse transformado mediante técnicas especiales.
Para los animales resulta beneficioso recibir alimentos secos (henos) en épocas en que la hierba joven es demasiado acuosa. Y, por el contrario, el disponer de un alimento con un mayor contenido en agua (ensilado) será un complemento equilibrado en los períodos en los que domina la alimentación seca.
Con la aplicación de estas técnicas es inevitable un pérdida cuantitativa y cualitativa. No se va a poder conservar la totalidad de la materia seca del forraje recolectado con este fin y su valor nutritivo también va a resultar inferior. Lo que hay que buscar es minimizar esas pérdidas del modo más económico posible.
1.2 En qué consiste la henificación
La henificación es un proceso de conservación para estabilizar el material vegetal por evaporación de la mayor parte del agua que contiene.
Cuando en un vegetal separamos la parte aérea de la raíz, aquélla queda privada del suministro de agua y de elementos nutritivos. Pero sus células aún permanecen vivas durante un cierto período de tiempo a expensas de sus principios nutritivos, que permiten la respiración e, incluso, procesos de síntesis.
Una vez muertas (marchitamiento), comienzan a multiplicarse hongos y bacterias a costa del material vegetal, mientras haya suficiente agua que sirva como medio para los procesos enzimáticos. Así pues, el objetivo de la henificación es eliminar rápidamente el agua hasta que se alcance un nivel limitante para la actividad vegetal y microbiana. Esto se sitúa en torno a un 20 por 100, mientras que un forraje verde contiene alrededor de un 80 por 100.
Segado éste, se elimina vapor de agua por los estomas de las hojas y células exteriores a velocidad constante, hasta que alcanza un 65 por 100 de humedad. Entonces se cierran los estomas y sólo se evapora agua a través de las células exteriores de la epidermis. La velocidad decae progresivamente.
El resultado es que las hojas se desecan mucho más rápidamente que los tallos, que carecen de estomas. Una parte del agua que contienen se evapora después de su transferencia a las hojas.
A medida que la humedad se aproxima a un 30 por 100, el agua se desprende muy lentamente de los tallos, en especial de sus partes más gruesas, mientras que las hojas están casi en equilibrio con la humedad ambiente y se vuelven muy frágiles.
Alcanzado el 20 por 100 de humedad, la hierba ya se ha convertido en heno. Las operaciones de recogida, manipulación y almacenado de ese heno también se consideran integrantes del proceso de henificación.
Existe una serie de técnicas encaminadas a agilizar este proceso de evaporación de agua, a acelerar la muerte de la planta e impedir la actividad de hongos y bacterias.
1.3 El heno en las raciones de ganado
La principal razón para incluir heno en las raciones de los animales rumiantes (vacas, ovejas y cabras) y en las de los caballos, es proporcionar energía para sostener las diferentes actividades productivas, como son la producción de carne, leche, lana y trabajo. También porque los rumiantes necesitan algo e alimento fibroso. Si se les da heno a temprana edad, los terneros desarrollan el rumen y se previene la anemia. Por otra parte, este tipo de alimento proporciona la energía a mucho menor costo que los alimentos concentrados. En el caso de los rumiantes y de los caballos los henos tienen mucha menos importancia como proveedores de proteínas, minerales y vitaminas, que como proveedores de energía. En cambio el heno tiene mucha mayor significación como fuente de vitaminas, minerales y proteínas, que como fuente de energía en el caso de los animales monogástricos (por ejemplo, las aves y los cerdos).
La falta de heno en la ración acarrea mucho problemas graves en lecheros de alta producción, como incidencia de cetosis y abomaso desplazado. Además de estos males atribuibles a las raciones exentas de heno, merece señalarse que el tenor graso de la leche puede llegar a ser un 1 por ciento menor cuando se da una ración exclusiva de silo y concentrados.
Los siguientes hechos fundamentales, explican brevemente las diferencias entre los animales, respecto al valor relativo del heno como fuente de los diversos elementos nutritivos:
- El heno contiene de un 40 a un 70 por cien de hidratos de carbono complejos (celulosas y hemicelulosas) que requieren una digestión a base de fermentación producida por bacterias.
- El tubo digestivo de los rumiantes es grande, contiene una elevada cantidad de bacterias y tiene un punto específico de acción de las bacterias (la panza o herbario), situado cerca de la parte inicial, lo que da mayor oportunidad para que los productos de la digestión sean absorbidos por la sangre, en lugar de ser eliminados con las heces.
- Aunque habitan bacterias en el tubo digestivo de los cerdos y de las aves, su principal lugar de acción (el intestino grueso) en estas especies se encuentra demasiado cerca del extremo del tubo digestivo, y la intensidad de la digestión es muy moderada para poder beneficiar apreciablemente al animal huésped.
- Las relaciones simbióticas entre las bacterias gastrointestinales y el huésped, no están tan bien desarrolladas en el caballo como en los rumiantes, pero son mucho mejores que en los cerdos o en las gallinas.
- Los animales con estómago sencillo, tienen que confiar para obtener la energía que necesitan, en alimentos que puedan ser digeridos por enzimas elaboradas por su propio organismo.
- Aparte de formar a partir de sustancias complejas, sustancias simples, capaces de ser absorbidas por la sangre, las bacterias gastrointestinales sintetizan muchas sustancias, como los aminoácidos y ciertas vitaminas, que son esenciales para la nutrición.
- Los rumiantes, pueden sintetizar grandes cantidades de aminoácidos a partir de elementos nitrogenados más simples, como el amonio, cosa que no pueden hacer los animales monogástricos.
- Los animales con estómago sencillo, tienen que recibir con su ración aminoácidos ya formados.
- Los rumiantes necesitan una cantidad mucho menor de proteína digestible en su ración, que los animales monogástricos.
- Los animales con estómago sencillo, tienen que recibir con la ración, las vitaminas del complejo B y la vitamina K.
2 - TIPOS DE HENO
Aunque existen henos preferidos, una gran variedad de leguminosas y pastos se pueden utilizar y se utilizan con buenos resultados para preparar heno; el tipo que se produzca depende del suelo, inclusive pH, clima, etc.
En términos generales, las leguminosas deben destinarse a la preparación de heno siempre que estén adaptadas, sea solas o combinadas con uno o más pastos. Puede que haya una sola excepción a esta recomendación en el caso de los caballos, en que a veces sería preferible un heno de pasto de buena calidad.
Siempre que sea factible, se recomienda que se cultive una leguminosa para preparar heno porque, en comparación con los pastos, las leguminosas son más ricas en proteínas, vitaminas y minerales, su rendimiento es mayor y fijan nitrógeno cuando se las inocula, porque las bacterias (rizobios) que están en sus raíces captan el nitrógeno atmosférico libre. Sin embargo, muchas veces es preferible una mezcla de pastos y legumbres por razones de sabor y facilidad de henificado.
He aquí los principales cultivos para heno y los aspectos más importantes de cada uno:
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Alfalfa. La alfalfa rinde el mayor tonelaje por hectárea y produce el heno de leguminosas que mayor proteína contiene. Es rica en calcio, proteína y caroteno y también en muchos otros minerales y vitaminas. Está sujeta a la pérdida de las hojas si no se la cosecha correctamente y, como las hojas son la parte más nutritiva de la planta, el valor alimenticio de la alfalfa se deteriora mucho si se quiebran las hojas por resecamiento.
El factor limitante en el cultivo de la alfalfa es al acidez, excepto en la germinación pudiendo ser de hasta 4. El pH óptimo del cultivo es de 7.2, recurriendo a encalados siempre que el pH baje de 6.8, además los encalados contribuyen a incrementar la cantidad de iones de calcio en el suelo disponibles para la planta y reducir la absorción de aluminio y manganeso que son tóxicos para la alfalfa. Existe una relación directa entre la formación de nódulos y el efecto del pH sobre la alfalfa. La bacteria ondulante de la alfalfa es Rhizobium meliloti, esta especie es neutrófila y deja de reproducirse por debajo de pH 5. Por tanto si falla la asimilación de nitrógeno la alfalfa lo acusa. Esta es una de las principales razones por las cuales los suelos ácidos gallegos no son prósperos para esta importante leguminosa. -
Heno de cereales. Los cereales como la cebada, la avena, el centeno y el trigo son buenos cultivos para heno si se siegan cuando los tallos y las hojas están verdes todavía. Producen un heno más nutritivo si se siegan en la etapa en que los granos están blandos. En comparación con las leguminosas y la mayoría de los pastos, los henos de cereales rinden menos y no son tan nutritivos. En general son pobres en proteína, calcio y caroteno, y si se los deja madurar suelen ser más ricos en fibra que los cultivos para heno más comunes.
El heno de avena es un alimento excelente para caballos. Se henifica con facilidad y a los caballos les agrada. El heno de avena es pobre en proteína, de modo que su valor alimenticio se acrecienta mucho cuando se da junto con alfalfa o alguna otra leguminosa. -
Tréboles. Los tréboles suelen cultivarse para heno en combinación con pastos. La combinación de trébol y fleo es la más popular. En comparación con la alfalfa, los henos mezclados de trébol y fleo contienen menos proteína y su calidad no es tan buena.
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Henos de gramíneas. La mayoría de los pastos que crecen a suficiente altura se pueden emplear para preparar heno. Entre los pastos que se suelen cosechar para el heno figuran fleo, pastos nativos, dactilo, pasto Bermuda, sorgos híbridos, Sudan grass, etc.
Los pastos suelen ser más pobre en proteína y calcio, más rico sen fibra y menos sabrosos que los henos de leguminosas comunes, y, con excepción del Sudan grass y de los sorgos híbridos, no rinden tanto como la mayoría de las leguminosas. Sin embargo, crecen en condiciones más diversas que la mayoría de las leguminosas y muchas veces ocurren como vegetación nativa en regiones incultivables.
Aunque el fleo es fácil de cosechar y cultivar, en comparación con el heno de leguminosas es pobre en proteína cruda y minerales, en particular calcio.
Otras consideraciones a tener en cuenta a la hora de elegir las especies para henificar son las siguientes:
Los henos hechos con leguminosas suelen ser más rico sen proteína y minerales que los henos de gramíneas. La mayoría de los henos de gramíneas incluyen cierta cantidad de trébol. La alfalfa (Medicago sativa) es una leguminosa muy importante que se cultiva en muchos países para preparar heno. El valor del heno de alfalfa radica en su contenido, relativamente alto, de proteína bruta, que puede llegar a los 200 g/Kg de materia seca si se trata de alfalfa segada al comienzo de la floración.
En ocasiones, los cereales se siegan en verde para hacer heno, lo que suele hacerse cuando el grano se encuentra en estado “lechoso”. El valor nutritivo de los henos de cereales segados en esta fase de madurez, es semejante al de los henos hechos con gramíneas maduras, aunque el contenido en proteína es algo más bajo. En la tabla siguiente se indica la composición de los henos preparados con distintas especies. Las cifras no indican las variaciones en el valor nutritivo. Si se tienen en cuenta los extremos, es posible producir henos de excelente calidad, con contenidos en proteína digestible superiores a 115 g/Kg de materia seca y valores de energía metabolizable superiores a 10 MJ/Kg de materia seca. Por el contrario, los henos de mala calidad, hechos con hierba madura cosechada en malas condiciones climáticas, pueden presentar contenidos en proteína digestible negativos, con valores de energía metabolizable inferiores a 7 MJ/Kg de materia seca; el valor nutritivo de este tipo de productos, no es mayor que el de la paja de avena.
Fase de crecimiento
La fase de crecimiento del forraje en el momento de la siega es el principal factor que determina el valor nutritivo del producto conservado. Cuanto más se retrasa la fecha de la siega, mayor es el rendimiento, menor la digestibilidad y el valor de energía neta, y menor la ingestión de materia seca por los animales. Por consiguiente, a igualdad de condiciones de desecación, los henos con forrajes segados en estado tierno, son de mayor valor nutritivo que los hechos con forrajes más maduros.
3 - MÉTODOS DE HENIFICADO
3.1 Henificación natural
La evaporación de humedad se realiza sobre el propio terreno. Consta de las siguientes fases:
3.1.1. Siega
Con esta operación se inicia cualquier cadena de recolección y consiste en separar el tallo de la raíz, que permanece unida al suelo, en toda la superficie del campo.
Para valorar la calidad del trabajo de una segadora se debe considerar:
- La limpieza con la que se realiza el corte.
- Su resistencia al embozado.
- El grado de contaminación con tierra de la hierba segada.
Dos son los principios básicos generalizados para realizar la siega: el empleo de cuchilla y contracuchilla, que actúan durante el corte como una tijera, produciendo un cierre por aplastamiento en las zonas cortadas, y el corte con golpe con una cuchilla desplazándose a alta velocidad (sin contracuhilla), que solo producirá un corte limpio si la velocidad se suficientemente alta y la cuchilla está bien afilada, pero sin el aplastamiento y cierre de la zona cortada.
Para realizar este trabajo existen básicamente dos tipos de segadoras, alternativas o barras de corte, y rotativas. Las alternativas son las clásicas barras guadañadoras o segadoras, que han sido durante mucho tiempo las principales máquinas de siega, arrastradas por animales, acopladas lateralmente al tractor, o más recientemente autopropulsadas (motosegadoras y cosechadoras de forraje). Pueden ser de dos tipos seguían su mecanismo de corte, de dedos (barras normales) o de doble cuchilla.
La barra segadora realiza un corte limpio de la planta, lo que facilita un rebrote rápido, pero es más lenta y frágil que los otros tipos de segadoras. Necesita un terreno uniforme bien nivelado, especialmente para el trabajo de máquinas autopropulsadas de corte amplio. Es ideal para la siega de alfalfa y de cualquier planta que se espera rebrote posteriormente. En cambio tiene problemas en la siega de cultivos forrajeros muy densos como veza-avena o praderas encamadas. Requiere un mantenimiento de cuchillas cuidadoso, siendo recomendable su afilado frecuente.
El corte se produce por la acción conjunta de las dos piezas componentes de la barra, una móvil y otra fija (inmóvil) que actúa de contracuchilla. Los tallos son cortados por la acción de las dos, que actúan como tijeras.
En las barras de doble cuchilla que carecen de dedos, existen dos sierras accionadas de forma contraria, lo que permite un mayor rendimiento y un menor número de atascos.
Aparte de las barras de corte citadas, movidas por la toma de fuerza del tractor, hay que destacar la existencia de máquina autopropulsadas con el mismo sistema de corte, bien de pequeño tamaño, como las motosegadoras, útiles para el trabajo en pequeñas o medianas parcelas, bien de gran tamaño (más de 2 m de ancho de corte), aptas para las grandes explotaciones. Estas últimas, se fabrican hoy combinadas con rodillos acondicionadores, denominándose la máquina segadora-acondicionadora autopropulsada.
No obstante las segadoras alternativas se han quedado obsoletas para la agricultura moderan frente a las rotativas. Una de las principales razones es que las alternativas ofrecen una velocidad de trabajo bastante inferior.
La segadoras rotativas producen el corte por impacto sobre el tallo de varias cuchillas que giran a gran velocidad. Producen más daños en planta, desgarros, y los fragmentos más pequeños pueden desaparecer entre el rastrojo, de la pradera o cultivo, perdiéndose como tal cosecha. El rebrote de las plantas es más lento a consecuencia de los daños realizados. Son máquinas de mayor rendimiento y más fácil mantenimiento que las barras segadoras. Aunque necesitan más potencia de tractor son muy versátiles y pueden aplicarse en toda clase de praderas y cultivos forrajeros.
Pueden clasificarse, según la posición del eje, en horizontales (de mayales) o verticales (de tambores o discos).
Las segadoras de mayales son muy poco utilizadas para henificación, aunque son bastantes populares como máquinas para ensilado. Realizan un trabajo útil en praderas densas, sin atascos, rasgando y troceando bastante el forraje, pero producen gran pérdida de foliolos y hojas en las leguminosas.
Las segadoras rotativas verticales pueden ser de tambores o de discos. Las de tambores suelen llevar dos o cuatro tambores, cada uno con varias cuchillas, accionados de forma que giran en sentido inverso dos a dos, lanzando el forraje hacia atrás entre cada dos tambores vecinos, obteniéndose cordones bien formados.
Las rotativas de discos se han desarrollado posteriormente a las de tambores constando de un número par de discos (4 a 6), circulares u ovalados, en los cuales se insertan las cuchilla, libremente articuladas. Su ancho de trabajo oscila entre 1,6 y 2,4 m.
Dentro de los dos tipos de corte citados (segadoras alternativas y rotativas) existen máquinas que acoplan uno u otro sistema de siega a los rodillos acondicionadores clásicos, constituyendo las llamadas segadoras-acondicionadoras. En una sola pasada realizan tres operaciones: siega, acondicionado, e hilerado, reduciendo costes y mejorando calidad, al reducir el tiempo de secado en un 30-40 %, según circunstancias climatológicas.
La parte fundamental de estas máquinas son los rodillos, generalmente acanalados, metálicos o más usualmente recubiertos de caucho, los cuales tronchan los tallos de la hierba y/o provocan pequeñas roturas en ellos, facilitando así la posterior pérdida de agua.
Los trabajos de siega conviene realizarlos después de la salida del sol, una vez que el forraje ha perdido algo de humedad y rocío de la noche.
En lo que respecta a la altura de corte, conviene hacerla a 5 cm del suelo. De esta forma se facilita el secado del forraje, ya que habrá una circulación del aire más libre a través de la masa forrajera segada.
3.1.2. Secado
El secado o curación de la hierba o forraje tiene por objetivo reducir su contenido de agua a menos de un 20 %, con la menor pérdida posible de hojas.
Los factores que determinan la rapidez de la pérdida de agua del forraje a henificar son: el clima, la cantidad y disposición de la hierba en la hilera y el tipo de planta.
A nivel de planta individual, la pérdida de agua se produce a través de las hojas, mientras que el agua de los tallos se elimina en parte después de su traslocación a las hojas. También existen diferencias entre especies en cuanto a la rapidez de desecación, siendo en general las gramíneas más rápidas que las leguminosas, y entre éstas el trébol blanco más lento que otras plantas.
El proceso de secado se acelera y el forraje gana en calidad cuando el troceado es uniforme; también se acelera mediante el acondicionamiento del forraje, realizado por el paso del mismo entre dos rodillos que aplastan los tallos de las plantas.
El acondicionamiento del forraje acelera el tiempo de secado en más de un 20% y es tanto más eficaz cuanto mayor es el contenido de agua de la planta, ya que su principal ventaja es aumentar la velocidad de evaporación de los tallos.
También permite la desecación simultánea de tallos y hojas, lo cual es importante en leguminosas, cuyas hojas suelen secarse en muy pocas horas mientras que los tallos tardan mucho más tiempo. Sin embargo, con clima húmedo, las pérdidas por arrastre de la lluvia pueden ser mayores cuando se acondiciona el forraje, sea cual sea el método. El acondicionado debe realizarse inmediatamente después de la siega, o simultáneamente, cuando se dispone de segadora-acondicionadora. Su acción es particularmente importante en la primera fase del secado del forraje (hasta llegar al 50% de humedad), fase en la cual la velocidad de evaporación puede aumentarse al doble mediante el acondicionamiento.
Otro sistema de acelerar la velocidad de secado se basa en la laceración de los tallos producida por el sistema de corte de las segadora-rotativas de eje horizontal (de mayales). Sin embargo las pérdidas son mayores, especialmente de hojas, y no se recomiendan en absoluto para leguminosas.
El secado en zonas de clima húmedo se realiza extendiendo el forraje por toda la superficie segada, pero si el terreno está húmedo, es conveniente dejar un rastrojo un poco alto e hilerar estrechamente el forraje, que debe voltearse una o dos veces al día. En zonas muy secas es aconsejable hilerar rápidamente para evitar una desecación muy rápida de las hojas, que luego pueden perderse en el proceso de recolección, mientras que los tallos permanecen aún con humedad. Por las noches se debe dejar en todos los casos el forraje bien hilerado para protegerlo del rocío o posibles lluvias. El secado en hileras, aunque más lento, se hace necesario para obtener un heno de calidad.
En condiciones secas normales, con uno o dos pases de rastrillo hilerador es suficiente para un heno de calidad, el primero a las 24 ó 36 horas del corte y el segundo (si es necesario) entre 24 y 36 horas antes de empacar.
Un exceso de movimiento de los cordones de heno encarecen su realización y aumentan las pérdidas mecánicas, aunque en caso de lluvias a veces es necesario realizar de 3 a 5 movimientos. En condiciones secas, todos estos movimientos de las hileras deben hacerse por la mañana temprano, a fin de evitar las pérdidas de hojas ya citadas.
El empleo de desecantes como el ácido fórmico para acelerar la pérdida de agua ha sido ensayado en Inglaterra, y aunque el tratamiento es efectivo, su empleo no está muy difundido en la henificación, aunque sí en el ensilado.
3.1.2.1. Los acondicionadores
La forma en que se realiza la “rotura” de los tallos permite establecer diferencias en estos equipos. La acción mecánica predominante puede ser:
- El aplastamiento con formación de fisuras longitudinales.
- El plegado a intervalos fijos que provoca roturas transversales.
- La laceración producida con choques y frotamientos.
Se estima que se necesitan de 15 a 20 horas de sol, en condiciones favorables para secar el heno destinado al empacado. Si el forraje ha sido acondicionado en el momento de la siega sólo se necesitan 8 o 10 horas de sol para el mismo secado. Además, se mantiene el color natural del forraje, aumentando la palatabilidad del heno y su mejor aprovechamiento por el ganado. Es, por tanto, imprescindible para producir heno de calidad, especialmente en plantas de tallo grueso como la alfalfa.
Normalmente el acondicionador va asociado a la segadora, con independencia del dispositivo de siega utilizado, y la hierba debe quedar formando un baraño hueco y voluminoso, con las hojas hacia dentro y los tallos hacia fuera, y apoyado sobre el rastrojo para que la hierba segada quede aislada del suelo, generalmente mas frío y húmedo.
Debe procurarse que la anchura del acondicionador sea igual a la de siega (relación 1/1), ya que con las relaciones inferiores de 1/2 a 1/3, que se encuentran en algunas máquinas, el acondicionado es menos intenso y los tiempos de secado llegan a aumentar hasta en 5 horas.
Para producir el acondicionado se utilizan generalmente pares de rodillos, lisos o dentados, o bien dedos montados sobre un rotor que golpean la hierba de manera similar a como lo hace una segadora de mayales después del corte.
Acondicionadores de rodillos
Los rodillos producen un aplastamiento de la hierba al girar por parejas en sentidos contrarios. El material utilizado para la construcción, el área de contacto y la presión entre ambos condiciona la intensidad de su acción. Las acanaladuras en los rodillos dificultan la tendencia del forraje a enrollarse en los cilindros, impidiendo su correcto funcionamiento.
La velocidad periférica de los rodillos es de tres a cuatro veces mas rápida que la de avance de la máquina, para que se produzca la succión de los tallos y su aplastamiento, además de obligar a la hierba a salir de la maquina a mayor velocidad que la de avance, formando un baraño suelto y aireado que no precise sucesivos esparcidos y aireados.
Dependiendo de las características constructivas de los rodillos pueden ser de rodillos lisos y de rodillos dentados.
Acondicionadores de dedos
Consiguen el lacerado del forraje por su choque contra varias filas de dedos, montados en un eje horizontal animado con movimiento de rotación.
El empleo de este sistema, inicialmente diseñado para praderas naturales de zonas húmedas, se ha incrementado como consecuencia de la difusión de las segadoras rotativas e disco y de tambor. En ellas la salida del forraje no se produce en toda la anchura de corte, por lo que los acondicionadores de rodillos no actúan siempre con uniformidad. La incorporación de acondicionadores de dedos en cada una de las salidas, entre cada dos rotores consecutivos, se adapta mejor a esta forma de entrega del forraje.
Los dedos han evolucionado pasando de las formas rectas a las de Y invertida, con lo que la parte inferior del tallo (con mayor consistencia) recibe más golpe que la superior.
Sin embargo, un empleo poco cuidadoso del acondicionador de dedos puede ocasionar excesiva pérdida de hoja en las leguminosas, sobre cuando se actúa en condiciones secas.
Recientemente se han introducido (aunque, por el momento, no se comercializan en España) acondicionadores maceradores que actúan aplastando fuertemente la hierba, que queda en el suelo formando un tapiz de muy pequeño espesor. Algo similar se consigue con unos rodillos de púas de nylon que giran con velocidades ligeramente diferentes y un lanzador-esparcidor que esparce muy uniformemente el forraje sobre todo el campo segado. Con estos sistemas se acelera notablemente el secado de la hierba, siendo especialmente apropiados para acelerar este proceso en climas húmedos.
3.1.2.2. Los rastrillos
Los rastrillos aparecen ante la necesidad de agrupara el forraje en cordones para incrementar la capacidad de trabajo de las máquinas que tienen que realizar la recogida. Sin embargo, se pueden considerar unas máquinas polivalentes capaces de:
- Formar cordones de hierba esparcida en toda la superficie del campo.
- Unir varios cordones pequeños en uno mayor.
- Esparcir el forraje acordonado por toda la superficie del campo.
- Voltear los cordones de manera que se pongan hacia arriba las partes más húmedas.
Cuando las características del rastrillo se adaptan preferentemente para realizar las operaciones indicadas en los dos primeros grupos, se suele hablar de rastrillo “hilerador”o “acordonador”, mientras que si se adaptan a los dos últimos se suelen considerar como “volteador” o “henificador”.
Efecto de los rastrillos en el henificado
Tres son los aspectos fundamentales que se deben analizar para valorar el trabajo de un rastrillo:
- Los daños que se producen en el forraje.
- La contaminación por tierra.
- El estado en que queda el cordón sobre el que debe trabajar la máquina recogedora que sigue en la cadena.
Los daños en el forraje siempre están en relación con el grado de humedad de éste. Así, con el mismo rastrillo, se tienen pérdidas del 1-2% en el momento de la siega, 4-5% en el acordonado y si el heno está próximo a la desecación estas pérdidas pueden alcanzar del 8 al 10%.
Hay diferentes tipos de rastrillos:
- Rastrillos de molinete horizontal oblicuo.
- Rastrillos de soles.
- Rastrillos de molinete vertical.
- Rastrillos de cadena transversal.
3.1.3. Empacado y transporte
En la cadena de recolección, después de conseguir que el contenido en humedad de la hierba sea suficientemente bajo, es necesario proceder a la recogida y, por tratarse de un material de baja densidad, a su compresión, para reducir su volumen de almacenamiento.
Con los sistemas tradicionales de recogida, al igual que en la recolección de los cereales, se buscaba formar un “paquete” relativamente fácil de manejar a mano.
La mayoría del heno se conserva y transporta en España todavía en pequeñas pacas o paquetes paralepipédicos. Sin embargo cada día son más frecuentes las grandes pacas, tanto cilíndricas como de forma prismática (menos usuales) que, poco a poco, y de acuerdo a la tendencia europea, van extendiendo su utilización.
Se realiza con la máquina denominada empacadora. Las que podríamos denominar de tipo convencional recogen el heno depositado en la hilera, lo comprimen dándole una forma prismática, sujetan el prisma atándolo con sisal o alambre y lo devuelven al terreno para que continúe el secado. Con otros sistemas la paca es recogida inmediatamente.
La principal ventaja de las pequeñas pacas o fardos tradicionales es su manejabilidad, pudiendo moverse perfectamente a mano, sin necesidad de maquinaria o elementos cargadoras, como ocurre con las cilíndricas. Su peso es de 10 a 30 Kg según dimensiones y presión de la empacadora y, dada su forma regular, pueden almacenarse y amontonarse ordenadamente en cualquier espacio.
Empacadora convencional de pacas prismáticas
El mayor inconveniente es el alto coste de realización, por kilogramo de heno.
En la alimentación de los animales facilitan una dosificación en cantidades bastante exactas, pudiendo realizarse la distribución al ganado manualmente. La carga de pacas convencionales o fardos pequeños, se realiza bien a mano o mediante cargadores especiales que se pueden acoplar a los remolques o camiones. Hay cargadores arrastrados (alzapacas) que por medio de una cadena sinfín elevan por un tobogán la paca que recogen del suelo directamente, sin más precaución que dichas pacas se encuentren orientadas en el sentido de la marcha del tractor, pues si se encuentran atravesadas producen atascos y detenciones del vehículo. Teniendo esa precaución, el conductor y un ayudante pueden cargar 4 o 5 toneladas por hora, mientras que a mano se necesitarían dos hombres más con un rendimiento menor.
También son frecuentes los brazos elevadores accionados hidráulicamente, que se acoplan lateralmente al remolque o camión, pero suelen necesitar un ayudante más, que va colocando adecuadamente las pacas en el elevador.
Hay implementos que se acoplan a la empacadora, como el lanzador de pacas, que dirige éstas a un remolque en donde se van colocando al mismo tiempo que salen de la máquina. También se acopla a la empacadora una plataforma que deja reunidas en el terreno varias pacas, de forma que suelen manejarse después como un solo conjunto de mayor peso, facilitando su posterior carga y transporte con la ayuda de cargadores especiales acoplados a la parte delantera del tractor.
Un equipo sencillo y económico compuesto, además del tractor, por un recogedor de pacas con elevador y un remolque de dos ejes, puede recoger y cargar entre 100 y 120 pacas por hora con tres hombres, transportarlas a unos 800-1000 m y descargarlas con elevador en el almacén. El resultado global será un rendimiento de 33 a 40 pacas por hombre y hora.
Este rendimiento puede llegar a incrementarse progresivamente hasta más de un 100% (90-100 pacas por hombre y hora), utilizando remolques y cargadores especiales más caros y sofisticados.
Existen en el mercado diversos tipos de remolques autocargadores de pacas. Uno de los más conocidos recoge las pacas del suelo por medio de un elevador y las va depositando ordenadamente, en forma de almiar prismático sobre el remolque, haciendo el cruzamiento automático de las pacas del conjunto para darle una mayor rigidez. Puede llegar a cargar las 150 pacas de su capacidad normal en 15-20 minutos, haciendo la descarga posterior en bloque, basculando hacia atrás la plataforma del remolque.
Otro modelo de remolque autocargador, tras recoger las pacas del suelo por un tobogán, las eleva y deposita alineada en una especie de rampa o pista de cuatro pisos horizontales que ocupa totalmente el remolque. La descarga se hace de la misma forma que la carga, pero en sentido inverso, de manera ordenada, utilizando el tobogán, que puede orientarse en distintas direcciones y alturas, a fin de conectarlo a una cinta transportadora para subir las pacas al almiar.
La capacidad normal es de 125 pacas 0,8 m de longitud, pudiendo recogerlas en unos 5 a 10 minutos, si la densidad es alta.
Las grandes pacas cilíndricas se obtienen por enrollamiento progresivo del forraje en un tipo de máquina denominado rotoempacadora. Las dimensiones de estas pacas oscilan entre 1,6 y 1,8 m de diámetro, con una longitud o altura de 1,5 a 1,7 m. Los pesos varían entre 400 y 700 Kg para el heno y 250 a 450 Kg para paja.
Rotoempacadoras trabajando
Su manejo en carga y descarga exige siempre el uso de cargadores especiales u horquillas o palas cargadoras, acopladas al tractor, generalmente frontales, transportándose, bien en remolques normales o en los especialmente diseñados para el transporte de este tipo de pacas, algunos de los cuales son basculantes, de forma que permiten depositar las pacas cilíndricas debidamente agrupadas sobre el suelo.
Con ciertos tipos de ganado en explotaciones en las que el consumo del heno vaya a hacerse en zona próxima a la parcela de producción, pueden descargarse con la misma rotoempacadora en dicha zona, a la intemperie, más o menos agrupadas, ya que las pérdidas por lluvia son escasas, y protegidas del ganado por un pequeño cercado se reparten y distribuyen cuando sea necesario. Este sistema disminuye notablemente los costes, tanto de empacado como de transporte. La utilización en autoconsumo directamente en el campo es fácil con determinados tipos de ganado, con lo que el proceso de distribución también se abarata enormemente. Concretamente su consumo por vacuno en grandes comederos de rastrillo de sección clásica en V, es bastante fácil.
Como el caso de las pacas convencionales también existen remolques autocargadores de pacas cilíndricas. Uno de ellos las carga en posición horizontal, con la generatriz o altura en sentido perpendicular a la marcha del tractor, existiendo modelos de remolques para 8 y 16 pacas (en 2 y 4 hileras, respectivamente). La descarga se hace basculando la plataforma hacia atrás. Otro tipo de remolque carga 4 ó 5 pacas cilíndricas alineadas, transportándolas con su altura o generatriz orientada en el sentido de la marcha. También descarga basculando hacia atrás, depositando las pacas en forma vertical, formando una especie de torre cilíndrica de varias pacas.
Conviene también citar un tipo de remolque que distribuye el forraje de las rotopacas, desenrollándolo progresivamente y facilitando así su consumo por el ganado. Esto puede ser especialmente útil en las explotaciones extensivas de gran número de cabezas.
Mencionar finalmente la existencia de las grandes pacas de forma prismática pudiendo oscilar entre 600 Kg y tamaño 1,2 x 1,2 x 2,4 m, y 1000 Kg, (tamaño 2,10 x2,44 x 2,44). Para su elaboración se necesitan máquinas empacadoras-prensas especiales, así como para su manejo y distribución posterior, que no suele ser fácil. Aún así pueden ser interesantes en circunstancias muy concretas.