Resumen
El abuso a los mayores, aún siendo muy frecuente no se denuncia. Este artículo intenta informar a los terapeutas ocupacionales y concienciarles del deber de observar detenidamente a nuestros mayores que pueden ser objeto de malos tratos y denunciar estos hechos.
Introducción
Todas las evaluaciones que realizan los terapeutas ocupacionales en su trabajo diario con personas mayores, en cualquier dispositivo, deberían contemplar la posibilidad de malos tratos.
Estamos acostumbrados a oír, casi a diario, en los informativos casos de violencia doméstica contra las mujeres, sin embargo se oye poco acerca de los malos tratos a personas mayores.
Los estudios recientes indican que la prevalencia de los distintos tipos de maltrato a personas mayores (MPM) puede ser superior a la que se produce sobre otros colectivos, al menos en los países desarrollados.
Ello es debido al progresivo envejecimiento de la población y a otras causas más profundas a nivel social, cultural, político y económico.
La falta de consenso en las definiciones, la escasa investigación desarrollada hasta el momento y la variedad de formas de MPM y ámbitos donde se produce, dificulta encontrar cifras de prevalencia e incidencia mayoritariamente aceptadas. Sí se acepta que al menos cinco de cada seis casos no serán reconocidos (fenómeno del iceberg).
Definir el maltrato a personas mayores
Para que los profesionales puedan identificar y detectar si están atendiendo a una persona mayor que puede estar sufriendo maltrato y/o negligencia es imprescindible que se llegue a un consenso en la definición del término, de manera que todos los profesionales tengan en la cabeza el mismo concepto. Sin embargo, en este caso, el intento de definir el maltrato a personas mayores ha venido cargado de problemas y dificultades en investigación, y en el desarrollo y la práctica política, especialmente en aquellos casos donde el maltrato y/o la negligencia es sutil, la línea entre la posible víctima y el responsable del maltrato está borrosa, o cuando ese maltrato y/o negligencia no produce una inmediata disminución de la calidad de vida de la persona mayor.
Aunque no existe en la actualidad un consenso internacional en la definición tanto de lo que se considera globalmente MPM como de cada tipo específico de éste, presentamos a continuación las dos definiciones más utilizadas en la bibliografía internacional:
Centro Nacional Americano de Maltrato al Anciano (1995): “cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, practicado sobre personas de 65 años o más, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro su integridad física o psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente o percibido subjetivamente”.
Red Internacional para la Prevención del Abuso contra los Ancianos (INPEA, 1995): “acto único o repetido, o la falta de medidas apropiadas que se produce dentro de cualquier relación donde hay una expectativa de confianza que causa daño o angustia a una persona mayor”.
Aunque ambas definiciones pueden dar lugar a discusión, deseamos resaltar aquí la inclusión en ambas, de formas de maltrato por omisión de cuidados, así como la posibilidad de daño físico y psíquico. Además, las dos incluyen el MPM que se produce fuera de ámbito familiar y social.
Causas de maltrato a personas mayores
Entre las diferentes teorías que intentan explicar la naturaleza y dinámica del MPM, desarrolladas desde la gerontología social y desde los estudios sobre la violencia familiar, destacan las siguientes:
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Estado psicológico del responsable del maltrato: hace énfasis en los problemas de personalidad de éste, lo que al parecer es más frecuente en el maltrato de personas mayores que en el maltrato a niños o cónyuges.
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Estrés externo (accidentes, enfermedades, problemas económicos…) que actuaría como factor precipitante, en presencia de factores predisponentes.
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Relaciones de dependencia e intercambio: la dependencia del cuidador hace al anciano más vulnerable. La teoría de intercambio sugiere que al aumentar la dependencia, se desequilibra el intercambio de refuerzos positivos en la relación con los cuidadores, que pueden percibir que el esfuerzo que realizan es excesivo para el beneficio, hasta el punto de llegar a la ira y a la violencia.
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Aislamiento social: aunque es difícil saber si es previo o posterior al maltrato (para mantenerlo oculto). También se ha demostrado que el apoyo social disminuye el estrés familiar. La interacción regular con vecinos y amigos previene el maltrato.
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Transmisión intergeneracional del comportamiento violento, como respuesta a la ira y a la frustración. En el momento actual, no existe evidencia de que los responsables del MPM hayan sido víctimas de maltrato de su infancia.
En la base de todas estas teorías se acepta la importancia del grado de dependencia de la persona mayor y de la falta de apoyo y recursos de todo tipo: económicos, de tiempo, afectivos…
Tipos de violencia
Las definiciones actualmente más aceptadas de los diferentes tipos de MPM son las difundidas por el referido Centro Nacional Americano, de 1995. Son las siguientes:
· Maltrato físico: daño corporal, dolor o deterioro físico, producidos por fuerza física o violencia. Como ejemplos: uso inapropiado de fármacos, alimentación forzada o falta de ella y castigo físico, incluyendo medidas de restricción (ataduras,…).
· Abuso psicológico: causar intencionadamente angustia o estrés mediante actos verbales o no verbales, como por ejemplo amenazas, insultos, intimidaciones, humillaciones… ; incluye tratar al anciano como un niño, aislamiento de la familia, entorno, amigos y de sus actividades habituales, someterle a “tratamiento de silencio” (no considerar sus opiniones, no hablar con él… ).
· Negligencia: rechazo, negativa o fallo para iniciar, continuar o completar cualquier parte de las obligaciones o deberes a un anciano, de forma voluntaria o involuntaria. Incluye no aportar medidas económicas o cuidados básicos como alimentación, hidratación, higiene personal, vestido, cobijo, medidas de confort, seguridad personal; incluidos en una responsabilidad implícita o acordada.
· Abandono: deserción o abandono por un individuo que ha asumido el papel del cuidador o por la persona que tiene la custodia física. Algunos autores incluyen el abandono como una forma de negligencia del cuidador.
· Explotación financiera: uso ilegal o inapropiado de fondos, propiedades y otros recursos del anciano. Incluye el dinero, sin autorización o permiso, falsificación u obligación a firmar algún documento y uso inapropiado de tutela o curatela.
· Abuso sexual: contacto sexual de cualquier tipo intentado o consumado, no consentido o con personas incapaces de dar su consentimiento. Como ejemplo, tocamientos, fotografías…
· Encarnizamiento terapéutico: actuación dirigida a prolongar la vida biológica de un paciente con enfermedad irreversible o terminal, con medios técnicos desproporcionados y beneficio nulo o que el paciente entiende que son extraordinarios y los rechaza por considerarlos molestos o dolorosos.