Inquietantes son las palabras de la ministra de Defensa de Bolivia, María Cecilia Chacón (en la foto), en cuanto a que pedirá explicaciones a Chile por supuesto “trato inhumano” a los militares de su país detenidos en territorio nacional. Sus dichos contrastan con la realidad en varios puntos, donde destaca la prudencia en el manejo de una situación que pudo ser trágica. De partida está la actuación profesional de los carabineros, que pese a encontrarse con soldados armados de Bolivia en la oscuridad (2.00 horas del viernes) y en una zona con presencia de narcotraficantes y contrabandistas, actúan siguiendo todos los procedimientos legales. Así, evitan causar un incidente mayor, y eso que los detenidos se encuentran dos kilómetros dentro de suelo chileno.
Si a los militares luego se los traslada de Colchane a Pozo Almonte es por las denuncias de bolivianos sobre robos de vehículos por militares de su país. Esto explica que se exponga a los detenidos a los denunciantes, quienes no logran identificarlos. Acto seguido, la fiscalía decide no formalizar por robo con intimidación y sólo por porte ilegal de armas y receptación de dos camionetas chilenas. Es decir, las instituciones funcionan.
En el frente diplomático, el canciller Alfredo Moreno llamó a su par boliviano David Choquehuanca, quien 14 horas después del incidente admite no saber de lo ocurrido, agradece la información y la voluntad de Chile de manejar el tema prudentemente. Luego vienen tres conversaciones más y Choquehuanca promete investigar. Se explica que los militares serán deportados, pero que las armas se quedan por decisión judicial.
Los dichos de Chacón también son inquietantes porque aún no se conocen los resultados de la investigación que prometieron las autoridades de Bolivia. Y no son pocas las cosas que explicar, como el hecho de que una unidad militar boliviana permaneciera horas desaparecida en una zona de frontera, sin notificar a la Cancillería local. Tampoco queda claro si el recibimiento con honores implica que los militares sí estaban en una misión oficial contra el robo de vehículos cuando se perdieron. Y si era una misión, por qué estaban en autos chilenos, lo que lleva a preguntarse dónde están los ladrones de esos vehículos.
Parecería que sobre este hecho hay más de una postura en Bolivia; una que apela a la moderación y otra que busca escalar el tema. En una esquina está Choquehuanca, quien afirma que la investigación continúa y no da por cerrado el caso. En la otra está Chacón, cuyo ministerio partió diciendo que se trataba de un “hecho aislado” para luego permitir los honores militares y exigir explicaciones. Un incidente de esta gravedad en una frontera entre dos países que comparten amenazas como el narcotráfico y el contrabando exige sin duda una coordinación para evitar que distintos interlocutores den sus propias versiones.