Para muestra, un botón…
[I]Dueño dijo que camas eran sólo para descansar… ¡Saaaa!
Bar clandestino tenía lolitas garzonas para todo servicio
La Fiscalía de San Javier y la Poli de Investigaciones descharchetaron un bar que servía de fachada para que un grupito de mocosas ejercieran la prostitución. El local se hallaba ubicado a menos de 50 metros del cuartel de los sabuesos y a sólo dos cuadras de los paquelis, lo cual no tiene por qué ser interpretado como ejemplo de corrupción o irresponsabilidad, ya que los santos varones generalmente son incapaces de percibir el pecado aunque se encuentre frente a sus narices.¡Aleluya! Se trata del popular “Tres de Copas”, un bar que funcionó como tal durante 30 años en la vieja fábrica de helados de San Javier. Hace cuatro años se hizo cargo del local Raúl A.T., de 43 años, quien trató de optimizar recursos y aumentar la clientela incorporando nuevos servicios.
Para eso, contrató a jóvenes y bellas lolitas para atender las mesas. Sin embargo, los vecinos comenzaron a reclamar y a denunciar que el bar se estaba convirtiendo en un prostíbulo, donde el helado de coco significaba precisamente eso y el sorbete de vainilla, una golosina que se chupa en privado.
Debido a la denuncia, hace un año la muni decidió caducarle la patente al local. No obstante, el “Tres de Copas” no cerró sus puertas y siguió con el ofertón. Prueba de ello es que la semana pasada fueron laceadas en el lugar dos niñas de 14 y 15 años, identificadas sólo con sus nombres de fantasía: “Piña Colada” y “Choco Panda”.
Según fuentes de la investigación, una de las niñas era intensamente buscada por sus papás, quienes habían presentado una denuncia por presunta desgracia. “Procedimos a retirar a estas niñas del lugar y luego fueron sometidas a exámenes médicos, los que comprobaron que ya no eran insumergibles y que presentaban profundos agujeros en el casco”, dijo un almirante cercano a la diligencia.
La noche del sábado, la Brigada de Investigación Criminal de San Javier hizo un allanamiento al lugar, tras lo cual fueron retenidas cinco prostitutas y tres parroquianos que, luego de haber botado el lastre, flotaban como focas satisfechas en las quietas aguas del bar clandestino. Además fueron incautadas 12 jabas de bebidas y licores y se clausuró el recinto, dotado de siete mesas y 28 sillas, además de ocho dormideros, algunos de ellos con piso de tierra muy bien apisonada.
El dueño del bulín, quien iluminaba las noches de orgías con luces de árbol de Pascua para que los travestis pasaran colados y los clientes curados pagaran caro su mala vista, quedó en libertad tras prestar declaraciones.
Antes de salir, el comerciante aseguró que su local no era casa de putas, ya que las cabras que los polis pillaron en el lugar sólo atendían las mesas. “Los catres que ustedes ven son para que las chiquillas descansen después de acarrear bandejas y destapar las chelas”, indicó el empresario gastronómico a modo de disculpas.[/I]