[B][U]Concuerdo 100% con don Lautaro:[/U][/B]
[QUOTE][B][U]El general Pinochet [/U][/B]
Lautaro Ríos Á., Abogado.
Cuentan que Napoleón decía de uno de sus generales: “Hizo bien tantas cosas que no puedo hablar mal de él. Pero hizo tan mal otras, que tampoco puedo hablar bien de él.”
Talvez la historia llegue a un veredicto parecido acerca del general Pinochet.
Salvó al país de las garras del comunismo. Lo ordenó del caos al que le había conducido la Unidad Popular con su odioso sectarismo y su afán enfermizo de estatizar desde la economía hasta la educación. Hizo una división racional del territorio mediante su regionalización en base a polos de desarrollo. Recuperó su productividad y lo insertó -con visión de futuro- en un mundo globalizado. Elaboró la nueva Constitución que nos rige y se despojó del mando, después de perder el plebiscito, haciendo honor a su palabra de soldado. Es lo que afirman sus apasionados partidarios.
Fue el golpista sedicioso que depuso al presidente legalmente elegido. Gobernó como un déspota y no le importó perpetrar -a través de la Dina y la CNI- el asesinato y la desaparición de unos 3.200 compatriotas, sin contar el horror de la tortura ni la agonía del exilio de decenas de miles de chilenos. Dejó el país tan dividido y enconado que el enfrentamiento y el encono perduran a 33 años de haber usurpado el poder, como puede advertirse en las calles con ocasión de su muerte. Ningún progreso económico ni adelanto político o financiero puede compensar -ni de lejos- la pérdida de tantas vidas, de tantos afectos y de tantas esperanzas. Es lo que sienten en carne viva sus adversarios.
Pero hay un hecho real y contundente: [B][SIZE=“2”]Pinochet ha muerto y la nación chilena tiene que seguir viviendo[/SIZE][/B]. [B][SIZE=“2”]Y no hay nada más patético que vivir pegados a un pasado que nada bueno puede darnos[/SIZE][/B]. La mujer de Lot, convertida en una estatua de sal, es más que una metáfora; es el destino inevitable de quienes pretenden vivir de espaldas al futuro.
Parece prudente, pues, precaver que en ese futuro no vuelva a aparecer un nuevo Pinochet. Con razón se ha dicho “Nunca más”.
[B][I]Pero lo importante es que no se reproduzcan las circunstancias que condujeron al golpe militar. Y creo que existen, al menos, tres indicios preocupantes[/I][/B].
El primero es el [B][I]grado de marginación en que vive un segmento considerable de nuestra población[/I][/B]: aquéllos que carecen de trabajo o de vivienda o de medios de subsistencia. Los que no tienen nada que perder son los más proclives a lograr por la violencia lo que les fue negado por una sociedad a la que nada adeudan.
El segundo es la [B][I]ceguera de la clase política[/I][/B]; la que, [B]en vez de intentar la recuperación del prestigio que tuvo otrora por la solidez moral e intelectual de sus líderes y de los grupos de estudio de sus partidos, se desvaloriza día a día por la banalidad de sus debates y la falta de escrúpulos en sus métodos que la alejan cada vez más de la confianza de la gente[/B].
[B][I]El tercero, y más grave, es la corrupción [/I][/B]que atraviesa a toda la administración pública con la clara anuencia y hasta la complicidad de quienes debieran combatirla. Si la corrupción no es erradicada, es decir, sacada de raíz de la vida pública, [B][I]la Presidenta Michelle Bachelet pasará a la historia con dos títulos: haber sido la primera mujer que llegó a la Presidencia de la República, y haber sido la sepulturera de una fuerza política llamada Concertación[/I][/B].
[SIZE=“3”][B][I][U]No perdamos tiempo ni energía mirando hacia el pasado. Ocupémoslos, mejor, procurando construir un futuro sobre bases que unan a la nación chilena[/U][/I][/B][/SIZE].[/QUOTE]
Fuente: Columna de Opinión en el Diario El Mercurio de Valparaiso, miercoles 13 de diciembre del 2006