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[QUOTE][COLOR=DarkGreen][B]Usted es derechista, cercano a los antiguos liberales. También se declara enemigo de la dictadura militar ¿Qué opina de la Constitución de 1980 y por qué cree que aún se mantiene?[/B]
Sí soy de derecha, pero no fascista. Siempre fui enemigo de la dictadura. Y una de las razones por las cuales no me inscribí para votar en el plebiscito de 1998 fue que consideraba que eso era ratificar la Constitución del ‘80. Y en ese momento pensaba que ésta era la consolidación, en términos constitucionales, de la dictadura militar. Desde luego, establecía un binomio cívico-militar, en que estos últimos eran los garantes de la institucionalidad. Con el tiempo he ido modificando esa opinión, sin perjuicio de que sigo siendo contrario a la Constitución del ‘80, y también rechazo a la Constitución de 1925. Es más, estimo que la del ochenta es una reforma a la del veinticinco, y comparte el sesgo presidencialista, y las dos formulan un régimen cívico-militar. Donde he ido modificando mi opinión es que creo que la Constitución de 1980 terminó con la dictadura militar, en el sentido de que hasta ese momento (entre 1973 y 1980) gobernaban solamente los militares. Con la Constitución del ochenta se revierte a un régimen cívico-militar, que es el régimen que imperaba desde 1924-1925, desde el acuerdo entre Arturo Alessandri y los militares. Esto de la Constitución es interesante, porque en un futuro gobierno, de la UDI, por ejemplo, con Lavín, quizá se haga necesario cambiar esta Constitución. Y quizá la derecha sea la única que puede cambiarla, pues tiene más flexibilidad que lo que podría tener la Concertación, siendo que ellos la hicieron. De no reformarla, el gobierno de Lavín se transformaría en la 4ª administración Concertación , y no en el primer gobierno de la UDI.
Yo no soy fascista, no soy corporativista. La derecha actual tiene orígenes corporativistas, pero no pierdo las esperanzas de tener una derecha decente. Y la derecha decente no hay que inventarla. Sostengo que la derecha indecente que tenemos se puede ir cambiando y modificando, en buena medida porque gobernar no es fácil. Por último, prefiero los acomodos de un gobierno de la UDI que los de la Concertación.
[B]¿Cree que hoy no existe una definición clara respecto a los partidos políticos? Se lo pregunto en el sentido de que muchas veces la izquierda toma decisiones de derecha.[/B]
A mí me parece que el único partido serio es la UDI –a pesar de que no le tengo ninguna simpatía- pero es un partido disciplinado y saben lo que quieren. Y tienen además mucha paciencia y tácticamente son notables. Mientras que los otros sectores dentro de un cierto consensualismo y autocomplacencia se confunden. Este segundo tomo tiene algo que ver con eso, aunque admito que el argumento supone saltos muy grandes. Lo que me llama la atención del siglo XVII es que siendo un país tan miserable, donde no hay oro, donde no se logra vencer a los mapuches, donde las ciudades se caen por los terremotos, sí existen utopías. No se conforman con “lo que hay”. Está esta leyenda de los Césares pérdidos. Yo le adjudico a esta idea utópica el motivo principal de nuestra sobrevivencia en circunstancias totalmente adversas. Este libro hay que entenderlo como una crítica al momento actual. Donde todo es lo contrario al siglo XVII; tenemos un país rico, con tremendas desigualdades, pero potente en crecimiento. Sin embargo, me da la impresión de que en el consumismo, en el querer ser parte de la globalización y en el consensualismo político hay una falta de convicciones, de ideas, de propuestas, de programas, de querer ser mejor.
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