La leche, los yaks, el cochayuyo y otras yerbas

Escribí esto hace años, en una tabla de números primos pares. (no se asuste señora, no se asuste señor, esto no es matemáticas, es víctormatemática, que es ootra cosa)

Prefacio
(Tomado de “Una tabla de números primos pares”, publicada por Várima el Sabio en tiempos remotos.)

El presente trabajo, fruto de una ardua investigación que viene a culminar más de dos mil años de estudios sobre el tema, no es, en cierta forma, nuevo. Se ha escrito antes alguno que otro trabajo parecido, pero sin duda el que usted, lector, sostiene en sus manos es, lejos, el más completo. El mayor de los investigadores pre-victorélicos, cuyo nombre ya no recuerdo, tenía en su biblioteca un escrito de características semejantes, tal vez escrito por el mismísimo Alexandros Malleos, aquel destacado estudioso de la teoría de los números muerto hace mil quinientos años por sobrecarga de actividad física.

El autor, que ha mantenido su anonimato por preferir el realce del Grupo Victorélico Clásico, ha bebido de fuentes antiguas y de los nuevos aportes de (viktor)matemáticos tan destacados como Sir Roderick of the Fountain, se ha iniciado en el estudio de la verdadera matemática desde muy niño, habiendo colaborado con los descendientes del mítico Nicolino Saturnás Sukko (Nicolino y Saturnás), y ha trabajado además como corresponsal para Radio Nueva Defensa de los Valores Fundacionales de Moscú, lo que le da plena credibilidad como nueva voz autorizada.

En el presente libro seremos paseados por una variedad de tablas y para no perder, en caso de ser necesario, el número de orden del número primo par que nos interese, éstos se han dispuesto de modo muy natural al leerse del mismo modo en que se escribe en la pequeña isla de Sala y Gómez.

Antes de continuar con el libro en sí, es necesario advertir a los futuros investigadores que no es posible una comprensión cabal del texto sólo observando las tablas. Ante todo, es imprescindible saber leer entre líneas, pues es mucho más lo que se dice de lo que se ve a simple vista. Críticos de la obra, entre los que figurará probablemente aquel monje accidentado que se dedica a lanzar diatribas contra la viktormatemática desde su púlpito de la física, serán los primeros en decir que el tono de la obra es críptico y sólo para iniciados en lo que ellos consideran como aberrante falacia y desviación de las matemáticas más puras, efectuada por un grupo de ociosos y locos. Nada más lejos de la verdad. Este libro no requiere más atención que cualquier otro libro de ciencias naturales o abstractas y, en cualquier caso, siempre se cuenta con la ayuda de algún amigo dispuesto a mostrar los detalles ocultos para el ojo no avisado.

Dicho esto, entremos sin más en la edificante lectura de esta rama de la teoría de los números. Pero antes, detengámonos un momento a meditar en el esfuerzo que implica llevar a cabo una obra de esta magnitud. Cómo no recordar a tanto investigador que ha dado su vida en provecho de la humanidad, siendo tan injustamente tratados algunos de ellos por la posteridad. Cómo no recordar, por mencionar un único ejemplo, a Manuel Sukko O?Donaire, más conocido como el Gato, que por su propia voluntad inició un retiro en el desierto de cuarenta años, aunque sólo alcanzó a estar dos meses, para escribir el Gran Libro del Victorcálculo, obra irremediablemente perdida, pues nunca obtuvo el papel que necesitaba para escribir, ya que la empresa de delivery nunca lo envió. O aquel hombre magnánimo, el Marqués de Piedrablanca de Gaviota, cuyo descubrimiento de los victoritmos pasó inadvertido frente al de los logaritmos de Napier, infinitamente más bastos, menos sutiles e inútiles. O a la señora Whitebread, que al publicar sus descubrimientos de Viktortangenciadas en forma de recetas de cocina provocó, involuntariamente, la intoxicación de decenas de personas, siendo condenada a cuarenta años de cárcel, donde una cocinera distraída le preparó una de sus propias recetas, que terminó provocándole la muerte.

Pero para qué hablar de tantos sufrientes, desviándonos de nuestra atención. Más edificante sería hablar de los grandes entre los grandes, la familia Sukko, un grupo de preclaros hombres que han deslumbrado a la comunidad científica desde hace alguna época más bien imprecisa. El gran maestro Nicolino Saturnás jamás imaginó, aunque muy probablemente sí lo hizo, pero no se puede estar muy seguros. Donde sí se dio perfecta cuenta fue en su tiempo como aprendiz de artes marciales, a la edad de n años, pero no se puede asegurar que lo haya hecho antes. Sin embargo, es seguro que al volver de la lejana Asia, ya lo sabía, pero lo que nadie sabía es hasta qué extremos llegó para convertirlo en realidad, mas es fácil ver el fruto de sus obras, teniendo en mente su gran visión.

Otro tanto hicieron sus descendientes, quienes han continuado el esfuerzo de su ancestro en la misma dirección que vislumbró, quizás, y que luego se transformó en seguridad tal vez en una islita perdida cerca de Okinawa, aunque otros dicen que fue al interior de la provincia de Xingjian. Otros aun piensan que fue años antes de partir en aquel viaje a la vez funesto y bendito, en el que perdería la certeza que después recobraría con renovado ímpetu. Es que, según se dice, cerca de Okinawa, como ya se ha dicho, o tal vez en Bhután, conoció por primera vez el amor, al tomar té con mantequilla, lo que me hace pensar ahora que pudo haber sido más bien en Nepal, sobre todo porque la mantequilla era de yak, animalito frecuente por esas latitudes y longitudes.

Este simpático animal cumple para los tibetanos funciones parecidas que para nosotros, civilizados occidentales - aunque menos civilizados que los civilizados orientales, como prueban las diatribas que lanza cada vez que puede desde su púlpito el monje accidentado en contra de la viktormatemática - en contraste con el amplio y caluroso recibimiento que tuvo en las olvidadas estepas del desierto de Gobi, donde fue llevada de la mano por el gran e ilustre maestro Nicolino Saturnás, quien la enseñó a quien quiso escucharle, principalmente pastores que no entendían muy bien al principio, aunque luego de hablar el intérprete todo les quedó mucho más claro, cumple la vaca.

Es la vaca un animal manchado, con un cierto parecido al toro, que habita en los campos de nuestros países, siendo posible ver algunos ejemplares cerca de los caminos al efectuar un viaje. Se alimenta de pasto y tiene la curiosa costumbre de, una vez comido el alimento, devolverlo a la boca para poder masticarlo nuevamente en un lugar seguro. Posee un estómago dividido en cuatro cavidades, pues la hierba es difícil de digerir. Problema parecido enfrentan todos los miembros de su clase, los herbívoros, que en latín significa comedores de hierba, pues en todos los lugares es difícil de digerir. Si bien posee esta afinidad con el toro, algunos estudios demuestran que está emparentada, aunque lejanamente, con las ballenas. Cosa difícil de creer a primera vista, pues las vacas, como se ha dicho, son herbívoras, mientras que las ballenas se alimentan de carne o de plancton. Esto no es difícil de creer, pues es bien sabido que el cochayuyo no es del gusto de toda la gente, y menos podría serlo de las ballenas, por lo que se ven forzadas, pobrecitas, a comer otras cosas.

Pues, si bien la hierba es difícil, más lo son las algas y cochayuyos que pululan en las costas. He escrito innumerables cinco veces a los gobiernos de turno para que se decidan a acabar con esas malas plantas, pero al parecer argumentos de los ecologistas los mantienen inactivos, sin contar la industria que extrae aquellas plantas demoníacas para consumo humano, sometiendo a generación tras generación de infantes a comerlas so pretexto de ser ricas en minerales como el yodo, que sirve para curar aquella terrible enfermedad conocida como bocio, que deriva precisamente de la falta de este mineral. Pero si bien es cierto que Nicolino Saturnás conoció el amor en la lejana Bali, isla misteriosa ubicada en el sudeste asiático, al tomar un licor alcohólico preparado por los nativos del lugar, también conoció el desamor, que, ¡ay!, suele venir aparejado con el primero.

Como es de todos conocido, huyó a Alemania, pero luego se dedicó a la caza de pajarillos de tres patas, que antes había estudiado para su tesis, una de tantas tesis que escribió. Esta famosa tesis, que escribió en tiempo récord, fue lo que lo catapultó en las altas esferas del conocimiento. Pero volviendo al tema que nos convoca, tal vez sería adecuado dar algunas notaciones, que sin embargo, debería dar el autor, que ha preferido mantener oculta su identidad pues prefiere la fama del grupo de estudiosos victorélicos en el que trabaja, falsa modestia con la que sólo pretende engrandecerse a sí mismo, pues sabe que si se le reconoce como autor de esta porquería de libro sería fácil presa de los comentarios mordaces de los enemigos de la Revolución Victorélica que iniciara hace tanto tiempo un tal Nicolino Saturnás Sukko, hombre preclaro entre preclaros, cuyo estilo, claridad y concisión jamás serán igualados, aunque tal vez superados, cosa poco probable, pero posible.

Pero volviendo al tema, los yak son muy parecidos a las vacas salvo porque son muy peludos, para poder soportar el frío en el que viven, en la cordillera de los Himalaya, cerca de india, donde dicen las malas lenguas que Nicolino algo conoció el amor en los brazos de una sacerdotisa de la diosa Kama, pero no es cierta esta información. Así, los tibetanos extraen de yak su leche, con la que hacen mantequilla, que usan para tomar el té, como nosotros sacamos de la vaca su leche, carne, cuero e interiores y echamos azúcar o sacarina a nuestro té. Sin embargo, estos productos poco tienen que ver con la vaca, y menos con el yak, pues son extraidos de plantas como la caña de azúcar o la remolacha. La sacarina es preparada de forma química.

Bernardino de la Cerda, miembro del Imperio Austrohúngaro

¬¬ … ta muy largo

sip… me aburrí de leer después del primer tercio

me dio paja leer

sorry :frowning:

¿Qué tienes contra las algas? ¿ah? Yo que leí todo =(. Las algas son buenas, tienen muchas vitaminas, y se hacen shampoos y cremas de distintas algas. Me quedó una duda, ¿por qué Nicolino conoció el desamor también?

ajá!

no sé

jajajajajajjajajaja
muy weno muy weno
se parece a la weas que hablo curao jajajajaja

Tal vez conoció el desamor porque la sacerdotisa lo dejo por un yak, jajajaja

en too caso maguacamente hablando no tendria donde perderse

¿y tu como sabes? ¿conoces personalemente a un yak? jejeje

[QUOTE=Ofelia]Tal vez conoció el desamor porque la sacerdotisa lo dejo por un yak, jajajaja[/QUOTE]
¿Cóoooomo?, ¿Insinúas acaso que cayó en flagrante delito de bestialismo? !wackala!

:coffee:

jajajaja no proque me dicen el yak

jajajajaa
ya ooooooooooooooooooo

en la Armada, Yak le dicen al banderin que flamea en lo alto del palo mayor y que indica la presencia del comandante a bordo.

Yo quiero un yak para mi!!!

A la orden, mi comandante :smiley:

[QUOTE=Checho]A la orden, mi comandante :D[/QUOTE]

Generala y los dedos te quedan ahi mismo! :stuck_out_tongue:

jaujauajaujauajauajaujauajauajaujauajau

[QUOTE=laper]Generala y los dedos te quedan ahi mismo! :p[/QUOTE]

¿Ahi mismo donde, Lapercita?

No donde me gustaria … !galan!

:coffee:[/QUOTE]

Is this a bad coffe entry ?¿

!wackala!

me parece ke vari ya estaba anfetaminado